PROGRAMA, ORGANIZACIÓN Y SALIDA POLÍTICA

¿Quién le pone el cascabel al gato?

Vuelve el pueblo a enfrentar el embate de un enemigo cruel, despiadado y herido de muerte por el avance de los BRICS, de donde nos sacó el mesiánico vendepatria, licenciado Javier Milei, votado por trabajadores que aun no adquieren conciencia de ser tales, y sectores del pueblo cuyas demandas básicas siguen insatisfechas después de décadas.

Reaccionario, esencialmente antiobrero y anticomunista, esbirro de ultraderecha de los fondos buitres, sostenido por los monopolios y los grupos económicos cómplices y asociados de aquellos, observado con expectativa y temor por un FMI que “quiere la suya” pero es partícipe necesario del delito, los frutos de su museo de grandes novedades ya fueron denunciados ¡en 1968! por la CGT de los Argentinos, en su histórica proclama del 1° de Mayo: “El método que permitió este escandaloso despojo no puede ser más simple. El gobierno (…) rebajó los aranceles de importación, los monopolios aplicaron la ley de la selva -el dumping-, los fabricantes nacionales, hundiéronse. Esos mismos monopolios, sirviéndose de bancos extranjeros ejecutaron luego a los deudores, llenaron de créditos a sus mandantes que con dinero argentino compraron a precio de bancarrota las empresas que el capital y el trabajo nacional habían levantado en años de esfuerzo y sacrificio. Este es el verdadero rostro de la libre empresa, de la libre entrega, filosofía oficial del régimen por encima de ilusorias divisiones (…), incapaces de ocultar la realidad de fondo que son los monopolios en el poder. (Recordemos a Magnetto y su inefable ‘presidente, puesto menor’). Este poder de los monopolios que con una mano aniquila a la empresa privada nacional, con la otra amenaza a las empresas del Estado donde la racionalización no es más que el prólogo de la entrega, y anuda los últimos lazos de la dependencia financiera. Es el Fondo Monetario Internacional el que fija el presupuesto del país y decide si nuestra moneda se cotiza o no en los mercados internacionales. (…) El proceso de concentración monopolista desatado por el gobierno no perdonará un solo renglón de la actividad nacional.”

Y advertía luego:

“La participación que se nos pide es, además de la ruina de la clase obrera, el consentimiento de la entrega. Y eso no estamos dispuestos a darlo los trabajadores argentinos. (…) La lucha contra el poder de los monopolios y contra toda forma de penetración extranjera es misión natural de la clase obrera, que ella no puede declinar. La denuncia de esa penetración y la resistencia a la entrega de las empresas nacionales de capital privado o estatal son hoy las formas concretas del enfrentamiento.” 

El avance hacia cambios de fondo fue derrotado mediante la dictadura más sangrienta. Las formas de penetración cambiaron, profundizándose con el menemismo, la Alianza y el macrismo. Un altísimo porcentaje de lo que consumimos sale de la cúspide de los grupos concentrados. Nuevos nombres se agregan a los viejos, Blackrock, Vanguard, etc. Pero algo permanece invariable: a lo largo de 200 años, nuestra patria ha sido gobernada por las clases poseedoras de los medios de producción. Aun durante la década ganada la fuga de capitales no se detuvo, solo que los dólares salieron de una mejor estructura de financiamiento. Cristina admitía que como presidenta a lo sumo tenía un 25% del poder.

Es hora de dejar de buscar soluciones mágicas en dirigentes providenciales (¡no fue magia!, insistía CFK, ¡no vienen por mí, vienen por ustedes!, advertía). Los trabajadores debemos poner límite a los propietarios de los medios fundamentales de producción, nacionales y extranjeros, para la protección de la Patria y de nuestro pueblo, que constituye el 99% de la población. 

Pero esto no se resuelve con consignas. Es necesario acompañar a una generación de trabajadores sin experiencia de organización o de lucha colectiva. Es necesario organizar las luchas que lleva adelante nuestro pueblo, atender a sus dirigentes naturales, acompañar su aprendizaje, vincular sus reivindicaciones particulares a la confrontación principal e incorporar sus demandas a un programa audaz, que proponga una solución de fondo a esos problemas. Es necesario garantizar su cumplimiento poniéndolo en manos del pueblo (trabajadores de todos los sectores, estudiantes, docentes, intelectuales, pequeños y medianos empresarios, PyMEs) a través de dirigentes honestos y representativos, fieles a la clase asalariada y comprometidos con ese programa.

Como concluye el mencionado documento, “la inmensa mayoría de los argentinos, sabe que solo el pueblo salvará al pueblo. Agraviados en nuestra dignidad, heridos en nuestros derechos, despojados de nuestras conquistas, venimos a alzar en el punto donde otros las dejaron, viejas banderas de la lucha”.

Vuelven a sonar consignas que el enemigo creía derrotadas por la dictadura pero que se mantendrán vigentes mientras no se lleve a cabo la segunda y definitiva independencia de la patria: ¡PATRIA SI, COLONIA NO! y ¡LIBERACIÓN O DEPENDENCIA!