El FMI pone condiciones

QUE LA CUENTA LA PAGUE CAMBIEMOS

 Existe la deliberada intención de los monopolios de la comunicación de explicar los problemas nacionales al margen de los acontecimientos globales. Es parte de la siembra de desánimo permanente que busca poner a nuestro pueblo nuevamente de rodillas. Lo real es que el mundo asiste a una crisis sin precedentes cuyos alcances merecen ser mensurados cotidianamente. Cerca de 500 mil millones de personas caerán en la pobreza por la situación de la pandemia. Ya se han perdido 400 millones de puestos de trabajo y, de acuerdo a estimaciones de la OIT, 430 millones de pequeñas empresas están en peligro. La caída del comercio mundial supera los 9 puntos porcentuales.

 Las economías de América Latina y el Caribe registrarán en 2020 su mayor contracción en seis décadas, según una proyección del Fondo Monetario Internacional (FMI), que anticipa una caída del 8,1%. Se sumarán 45 millones de nuevos pobres en nuestro continente. El impacto ha sido ostensiblemente más grande en aquellos países gobernados por el neoliberalismo. El camino es cuesta arriba, sin excepciones. En la Argentina, las medidas implementadas por el gobierno nacional permitieron evitar una catástrofe social y sanitaria aún mayor. Porque al desastre que heredamos de Macri se le sumó la pandemia, y sobre llovido, mojado.

En este delicado escenario actúa el imperialismo, ocupado en restablecer en América Latina el predominio de sus políticas de saqueo y endeudamiento. La rabiosa ofensiva sobre el gobierno del Frente de Todxs no escatima en recursos: económicos, financieros, judiciales, policiales, etc. Van por lo menos siete meses de hostigamiento permanente, donde se debate quién terminará pagando finalmente los efectos de esta crisis. Si la pagan los asalariados o las grandes fortunas, los que destinan sus ingresos al consumo de alimentos o los que cobran en dólares y los multiplican en la tómbola de las finanzas. Entonces, no sólo resulta fundamental que el gobierno resista la embestida devaluatoria, sino que lo tendrá que hacer afectando progresivamente a quienes la impulsan. Se redujeron las retenciones para propiciar la liquidación de divisas, y nos hicieron pito catalán. Puede plantearse la circunstancia donde, si no avanzamos con más determinación, podemos empezar a retroceder.

 El nuevo FMI, el de “rostro humano”, acaba de exigir (no sin eufemismos) un “programa creíble que devuelva la confianza a la Argentina”. El mismo que le dio a Macri 45.000 millones de dólares para garantizar su reelección, pero no le alcanzó. Confiamos en que el gobierno negociará con la misma firmeza y decisión soberana que con los acreedores privados. Las urgencias sociales son hoy incluso mayores que las de hace algunos meses atrás. Que la deuda con el Fondo la paguen los que promueven y financian los “banderazos” (aunque sean poquitos), los que presionan sobre el dólar, los que convocan desde el complejo multimediático a romper todos los cuidados sanitarios, los que se sientan sobre los silobolsas, los que se enriquecieron a costa del hambre y sufrimiento de nuestro pueblo.

 El próximo 17 de octubre se conmemoran 75 años del momento que dio fundación al peronismo en nuestro país. Creemos que en las actuales circunstancias el 17 trasciende la reivindicación histórica y debe convertirse en una expresión de lealtad hacia Alberto y Cristina, en un masivo respaldo al gobierno del Frente de Todxs frente a la avanzada golpista. Millones y millones de compatriotas de diferentes identidades políticas e ideológicas sienten la irrefrenable necesidad de dejar en claro (para que nadie se confunda) de qué lado están los trabajadores, las trabajadoras y el pueblo mayoritariamente.