Frente a la doble crisis que le tocó en suerte al gobierno (la generada por el neoliberalismo y la que se produjo tras la pandemia) son momentos de enfrentar los ataques del establishment y retomar la tarea de reconstrucción de la Patria.

No por muy pronunciada pierde validez la idea de que el gobierno de Fernández asumió la responsabilidad de gobernar un país devastado económicamente producto de las políticas de desgobierno y fuga de capitales de Mauricio Macri, a la que se sumó la impensada crisis del coronavirus; una crisis que, vale decir, afectó las economías de todo el mundo. Ante esta situación, los índices tanto macro como microeconómicos entraron en declive.

Pero no se trata únicamente de un fenómeno argentino. Las recesiones fueron el aspecto dominante en prácticamente todo el globo. El último trimestre la economía de Estados Unidos, la principal del mundo, cayó por encima de los 9 puntos; en Japón, un 7, 8%; y el principal socio económico argentino en la región, la República Federativa del Brasil, registró una contracción record del 9, 7%. Este, y no otro, es el escenario mundial, con contadas excepciones de recuperación (como los casos de China e India), en el que el gobierno nacional debe desenvolverse.

Tras la corta paz social de las primeras semanas del ASPO, cuando se aplaudía a los médicos en los balcones y las tapas de los principales periódicos bajaban la idea de que “tiramos todos para el mismo lado”, el establishment dio incontables muestras de ir por todo y embarrar la cancha sin titubear, en la búsqueda de coartar la orientación popular de las políticas de Alberto y Cristina. Las excusas para generar un clima de desestabilización política fueron desde ese momento de todo tipo y color: desde sembrar el pánico por una supuesta fuga de presos orquestada por el gobierno, hasta agitar el irrisorio argumento de que el ejecutivo viene a avasallar la propiedad privada, llegando incluso a la grave sedición de buena parte de la Policía Bonaerense encabezada por oficiales exonerados y retirados, que rodearon la quinta Presidencial y la residencia del gobernador empuñando las armas del estado por un reclamo salarial.

En las últimas semanas, la nueva operación tuvo lugar a partir de la decisión del Banco Central de aumentar aún más los controles cambiarios. Las nuevas restricciones para la compra de dólar ahorro y la medida de la AFIP de aplicar en la cotización del dólar oficial el 35 por ciento a cuenta del pago de impuestos a las Ganancias y Bienes Personales, propició en las usinas mediáticas de siempre una nueva excusa para sembrar rumores y fake news de corridas bancarias, corralitos y megadevaluaciones. Para un país bimonetario como el nuestro, donde el dólar es un precio relativo que incide fuertemente en la evolución de los precios, este tema siempre pica profundo en la consciencia colectiva y los medios masivos de comunicación lo saben.

Sin embargo, nada de todo lo presagiado sucedió. Argentina sigue siendo, a pesar de las recurrentes crisis económicas de los últimos 45 años, y sobre todo del ciclo de endeudamiento de dimensiones inéditas que se vivió en los últimos cuatro años, un país de ingresos medios, contrariamente a lo que quieren demostrar los agoreros del establishment cuando analizan las variables macroeconómicas en función del dólar blue, cuya denominación correcta es ‘ilegal’, y que alcanza los $167 sin ninguna variable coherente más que la especulación y la desestabilización.

Tampoco la situación de las reservas del Central es indicativa de una crisis terminal de la economía, como agita la oposición. Si bien estas cayeron US$ 2.500 millones desde el 20 de marzo, fecha en la que comenzó la pandemia, no hay gastos para pagos de deuda externa producto de los canjes exitosos con los acreedores externos que logró el gobierno. Y además los vencimientos de la deuda contraída con el Fondo Monetario Internacional comienzan en septiembre del 2021, por lo cual no hay urgencias por ese lado tampoco. A diferencia de los cuatro años anteriores, las divisas no se esfuman en el ciclo vicioso de la fuga y la deuda.

El gobierno usó ingentes recursos en pertrechar a un sistema sanitario destruido, para hacer frente a la ola de contagios (inaugurando más de sesenta hospitales, y aumentando un 2, 5% las unidades de terapia intensiva) y en establecer medidas de emergencia, como el IFE o los ATP, que lograron una cobertura considerable. La cultura del individualismo y del sálvese quien pueda que pregona la derecha no cae en saco roto. Ante la sumatoria de crisis, es cierto que hay indicadores que preocupan, como el considerable aumento de la pobreza, que trepó al 40, 9% según las últimas estimaciones. Pero el poder fáctico se monta en los números producto de la crisis para esmerilar a un gobierno que busca contener mientras la tormenta acecha, para más temprano que tarde poner en marcha lo que vino a hacer: reconstruir un país arrasado.

El gobierno usó ingentes recursos en pertrechar a un sistema sanitario destruido para hacer frente a la ola de contagios, y en establecer medidas de emergencia que lograron una cobertura considerable. Sin embargo, la cultura del individualismo y del sálvese quien pueda que pregona la derecha nunca cae en saco roto.

EL MUNDO EN RECESIÓN

Salvo excepciones, como India y China, la recesión fue la nota dominante de las economías globales. Por citar algunos ejemplos, el último trimestre la economía de Estados Unidos, la principal del mundo, cayó por encima de los 9 puntos; en Japón, un 7, 8%; y el principal socio económico argentino en la región, la República Federativa del Brasil, registró una contracción record del 9, 7%. Argentina no es la excepción de este fenómeno global.

EL ENGAÑOSO DISCURSO OPOSITOR

La oposición aprovechó las nuevas restricciones al dólar ahorro para sembrar el pánico, con fake news y estimaciones tendenciosas. Sucede que analizan las variables macroeconómicas en función del dólar blue, cuya denominación correcta es ‘ilegal’, y que alcanza los $167 sin ninguna variable coherente más que la especulación y la desestabilización.

LA SITUACIÓN DE LAS RESERVAS

Si bien estas cayeron US$ 2.500 millones desde el 20 de marzo, fecha en la que comenzó la pandemia, no hay gastos para pagos de deuda externa producto de los canjes exitosos con los acreedores externos que logró el gobierno y la negociación con el FMI está encaminada, con lo que habrá una economía con más aire, que no destine sus recursos en la fuga ni en servicios de deuda.

EL GOBIERNO ENFRENTÓ UNA CRISIS

El gobierno usó ingentes recursos en pertrechar a un sistema sanitario destruido para hacer frente a la ola de contagios (inaugurando más de sesenta hospitales, y aumentando un 2, 5% las unidades de terapia intensiva) y en establecer medidas de emergencia, como el IFE o los ATP, que lograron una cobertura considerable.