PRECIOS Y CARNE

Defender la mesa de los argentinos y argentinas

Como consecuencia de la pandemia se viene registrando en todo el mundo un alza generalizada de la inflación, en especial de las materias primas y los commodities. Los alimentos subieron, a nivel global, un 29,4% -en dólares- en los primeros ocho meses del 2021. Nuestro país, que venía de una inflación record como consecuencia del macrismo, se vio afectado por esta situación con grandes presiones sobre todos los precios, aunque en nuestro caso, de forma muchísimo más descontrolada como consecuencia de la especulación y la impunidad que ejercen los sectores concentrados de nuestra economía, particularmente aquellos que monopolizan los sectores clave de la producción, la comercialización y la exportación de alimentos.
El congelamiento de precios dictado por el Secretario de Comercio Interior, Roberto Feletti, a la par del límite momentáneo a la exportación de carne para frenar la especulación, tuvo un efecto positivo durante un tiempo, en donde el precio de la carne en general bajó si tomamos en cuenta los últimos cuatro meses antes de noviembre. Sin embargo, sin otras medidas de fondo, fue imposible de sostener, como vimos claramente con el repunte del último mes: 26% de aumento del kilo vivo en Liniers, y subas en carnicerías que van del 30% al 50% o más, dependiendo del corte y la zona (en CABA se registraron aumentos más elevados que en el resto de país).

CONCENTRACIÓN Y ESPECULACIÓN

Más allá del aumento de los precios a nivel internacional, en nuestro país hay una clara movida especulativa en toda la cadena de comercialización. Feletti planteó como posibilidad un aumento de las retenciones a las exportaciones de carne (ubicadas hoy en el 9%), medida que puede ser efectiva, aunque genera discusiones con los Ministerios de Producción y de Agricultura, cuya máxima pareciera ser exportar lo más que se pueda para poder pagarle al FMI. Esto va en consonancia con lo planteado por el grupo de frigoríficos concentrados en el consorcio ABC, cuyo objetivo es llegar a exportar un millón de toneladas de carne, 1/3 de toda la producción actual. El problema es que exportar por encima de 1/4 del total generaría desabastecimiento interno y una mayor disparada de los precios de todos los cortes. Desde el Ministerio de Agricultura se planteó un acuerdo con estos sectores del ABC para que liberen al mercado interno unas 20 mil toneladas de cortes populares para la segunda quincena de diciembre. Un monto muy pobre en principio y de dudosa eficacia.
Desde los sectores concentrados y la derecha se vienen planteando falsas causas ante lo que para nosotros es un claro ataque especulativo de posición dominante. Dicen que la suba se da por falta de oferta por culpa de los controles. Falso. En noviembre las cabezas de ganado en Liniers fueron de 65.301, una oferta superior a los meses de junio, julio, agosto y septiembre, cuando el precio casi ni se movió. También le echan la culpa a los costos de producción, en particular al maíz, que se utiliza para el engorde. También falso. El precio del maíz subió apenas un 6% en noviembre y se encuentra por debajo de los precios de principios de año, mientras que la carne subió en el año casi un 70%, de los cuales casi un 30% fue en noviembre. Donde hay que poner la lupa es en los sectores concentrados: exportadores, frigoríficos y supermercados.

¿QUÉ HACER?

Feletti planteó una muy buena propuesta de aumentar las retenciones a la carne del 9% actual al 12% en una primera etapa (seguirían siendo inferiores a las de 2015) además de la creación de un fideicomiso que funcione como subsidio cruzado: abaratar cortes populares a costa de aumentar otros cortes. Así y todo, creemos que la clave es darle más herramientas al Estado para romper con las posiciones dominantes del mercado.
Necesitamos una administración del comercio exterior más directa, además de volver a plantear la necesidad de mercados regionales estatales como Liniers en todos los puntos del país e incluso la creación de frigoríficos de faena públicos. Debemos poder garantizar el abastecimiento a precios populares de bienes que son abundantes en nuestro país, como son los alimentos. Ese es el desafío del gobierno, y para eso no hay otra opción que enfrentar a los poderes facticos concentrados. Como dijo la compañera Cristina premonitoriamente hace casi un año en La Plata: “Pero ojo, yo no quiero que ese crecimiento se lo queden tres o cuatro vivos nada más. Para esto, me parece que hay que alinear salarios y jubilaciones, obviamente, precios, sobre todo los de los alimentos y tarifas. Por eso le digo a todos aquellos que tengan miedo o que no se animan, por favor… hay otras ocupaciones además de ser ministro, ministra, legislador o legisladora. Vayan a buscar otro laburo, pero necesitamos gente en los sillones que ocupen de ministro, ministra, de legislador o legisladora… sean para defender definitivamente los intereses del pueblo”.

  • UN SECTOR DESREGULADO
    Durante el macrismo se anularon las retenciones a la carne, que eran del 15% en 2015, y se eliminó el Registro de Operaciones de Exportación (ROE) -implementado en 2008 por CFK- que permitía sostener un equilibrio entre exportaciones y consumo interno. Lo que sucedió fue que las exportaciones de carne crecieron pero a costa de los precios locales, que se dispararon, y el consumo per cápita se derrumbó unos 10 kilos al año. Hasta 2015, el consumo promedio de carne vacuna en Argentina era de 55 kg al año per cápita. Hoy se encuentra en unos 45 kg y con dificultades para recuperarse. Exportar con un mercado desregulado solo beneficia a los sectores concentrados. A pesar de que el FDT aplicó retenciones del 9% al principio del mandato de Alberto, la desregulación del sector continúa y el consumo de carne siguió cayendo.
  • ESPECULACIÓN SIN FRENO
    Mientras que en noviembre, el precio del kilo vivo subió un 26% en el Mercado de Liniers -de 190 pesos a 240 pesos promedio-,en los eslabones de faena y carnicería los mismos frigoríficos informaron aumentos mayores, llegando algunos cortes a incrementarse más del 50%. Por ejemplo, en algunas carnicerías de CABA, en apenas dos días -entre el 16 y 17 de noviembre- se registraron subas superiores al 30%, con cortes como el del asado que llegaron a acercarse a los 1.000 pesos el kilo. En el conurbano, si bien los precios son menores, el asado pasó de valer unos 650/700 pesos el kilo a unos 850/900 pesos en apenas unos pocos días.
  • MEJORAR LO QUE FUNCIONÓ
    Entre julio y octubre, luego de cuatro meses de limitación a las exportaciones (exportando igualmente casi 500 mil toneladas entre enero y octubre, apenas por debajo de lo exportado en el mismo período del año pasado), los precios de la carne se mantuvieron relativamente estables, incluso bajaron y además entraron mas dólares que el año pasado. Esto demuestra que administrar el comercio exterior es una necesidad para desacoplar precios internos sin afectar necesariamente la entrada de divisas ni la rentabilidad del sector. Por más que pataleen desde el Consorcio ABC y la reaccionaria Mesa de Enlace, los precios actuales de la hacienda están en el punto más alto en diez años y en uno de los máximos históricos en cuanto a rentabilidad.
  • LA DERECHA MIENTE
    Se acusa al aumento desmedido de noviembre en la carne a la falta de oferta por culpa de los controles estatales. La realidad es que viendo la oferta en el mercado de Liniers durante los últimos meses, la de noviembre fue de las más altas del año. Así fue la entrada de cabezas de ganado de junio: 62.595; de julio: 61.313; de agosto: 63.022; de septiembre: 62.229; de octubre: 67.069; y de noviembre: 65.301. Es decir, la oferta de noviembre (que en precios escaló casi 30%) fue más alta que la de los meses en donde los precios no subieron (y algunos cortes hasta bajaron), entre junio y octubre. Si bien aumentar la producción es clave, eso se debe pensar al mediano y largo plazo. En lo inmediato no es la falta de oferta lo que explica semejantes aumentos. También plantean que los aumentos se dan por incremento de los costos de producción, otra mentira que no se sostiene al analizar el mayor costo de engorde que tiene la hacienda: el maíz, el cual se mantuvo estable durante prácticamente todo el año teniendo en noviembre un aumento de apenas el 6%, todavía en un precio por debajo del que tenía a principios de año.
  • PRESIÓN OLIGOPÓLICA
    Un kilo de bife ancho en Francia vale unos 33 euros (3.800 pesos al oficial) y un kilo de lomo 40 euros (4.600 pesos). Desde la desregulación macrista y la alta demanda mundial de carne, en especial de la República Popular China, los frigoríficos oligopólicos presionan para poder exportar a esos valores y, si no pueden, igualar esos precios a los internos. La presión sobre el mercado de Liniers se da cuando unas pocas empresas acaparan toda la producción y dejan a decenas de miles de carnicerías con una falta de oferta ficticia. Muchos de las empresas con frigoríficos que abastecen carne a través de supermercados al mercado interno y también exportan, como Coto, La Anónima o Carrefour, son algunos de estos monopolios que ejercen esta presión. Por ej Coto es el mayor comprador de hacienda en el mercado de Liniers, al punto que sólo en 2020 compró un total de 135.320 cabezas de ganado, más del 10% del total de los animales vendidos. Al mismo tiempo esta empresa es una de las principales beneficiarias de cuotas de exportación de alto valor agregado como la Cuota Hilton (del que solo 10 empresas se quedan con el 61% de la cuota). Son actores con “patas y manos” en ambos lados del mostrador y con más poder de fuego que el Estado.