1M: APERTURA DE SESIONES

Un balance que alterna aciertos, retrocesos
y enormes dudas

La apertura de sesiones es un acto institucional que sirve para evaluar lo acontecido en el último año y lo que acontecerá. El presidente, Alberto Fernández, comenzó contextualizando la actual situación de Argentina en el ámbito mundial y local. En lo interno, el Frente de Todos (FdT) tuvo que hacerse cargo de una pandemia que afectó a todas las economías del planeta durante los últimos dos años, sumado a un contexto de decadencia heredado por el gobierno macrista, que no solo nos endeudó a niveles extremos e impagables, sino que nos dejó una economía derrumbada en todos sus indicadores. 

Así y todo, durante su primer año de gestión, el gobierno pudo minimizar los daños de la pandemia con una campaña de vacunación ejemplar a nivel mundial, en donde, a diferencia de otros países, actuamos sin prejuicios ideológicos y aceptamos la exitosa vacuna Sputnik V del instituto ruso Gamaleya desde el primero momento, para luego aprobar la utilización de vacunas de diversos países, como la Astrazéneca de Reino Unido, la Sinopharm de China Popular o la Pfizer de Estados Unidos, entre otras. Fue la campaña de vacunación más importante de la historia de Argentina y los resultados positivos los tenemos hoy a la vista. 

Ante esto, la recuperación económica post pandemia fue clara. Después de una caída del PIB por tercer año consecutivo -del 9,9% en 2020- en 2021 el país creció en un 10,3%, superando no solo el derrumbe del año anterior, sino también los niveles de 2019 -el último año de Macri- y con una perspectiva a seguir creciendo en los próximos dos años a niveles de entre el 2% y el 6%. La obra pública, desaparecida en los dos últimos años de Cambiemos, volvió a emerger en base a la construcción, en especial, de más de 80 mil viviendas populares y otra cantidad de obras.

Los programas sociales, tanto para los sectores vulnerables como para las pymes que necesitaron ayuda durante la pandemia, fueron de suma importancia. Ni la desocupación ni la pobreza -ya de por si en niveles altos- escalaron de forma exponencial gracias al Programa de Recuperación Productiva (REPRO 1 y 2) y al Programa de Asistencia a la Producción y el Trabajo (ATP); además del sostenimiento de diversos programas sociales. El Estado durante la pandemia pudo financiar todos estos programas gracias a que no existía ningún cogobierno con el FMI, además del inédito Impuesto a las Grandes Fortunas. El mundo entero utilizó, hasta cierto nivel, los déficit fiscales para evitar endeudamientos externos y penurias económico-sociales a corto plazo. Esa independencia de maniobra económica es lo que el FMI busca trabar.

El presidente habló luego de uno de los puntos más débiles de su gestión: la imposibilidad de bajar la inflación heredada -a pesar de la recuperación económica que se consiguió en el último año- la inflación en 2021 fue del 50,9%, apenas más baja de la que nos dejó el macrismo. También el estancamiento de la pobreza, que debería haber bajado drásticamente luego de conseguir un crecimiento tal alto. Si bien admitió en su discurso que “con un Estado débil ganan siempre los más poderosos y pierden las mayorías populares”, la realidad es que poco se hizo para redistribuir la riqueza y combatir a los grandes monopolios formadores de precios. Cada oportunidad que tuvimos para avanzar no se aprovechó. Muy diferente a los años dorados del kirchnerismo en donde pudimos recuperar empresas como YPF, Aysa, Aerolíneas Argentinas, Correo, Astilleros, Ferrocarriles, Fabrica de Aviones, entre otras, que nos permitieron imponer políticas económicas con más fuerza.

El tema más complejo y debatible de la jornada fue lo planteado en relación al acuerdo con el FMI. Según el presidente, el actual acuerdo es “el mejor acuerdo que se puede tener”. Si lo comparamos con lo firmado por Macri, en donde debíamos pagar en apenas cuatro años los 44 mil millones de dólares (teniendo que liquidar solo en este año la impagable suma de 19 mil millones de dólares), cualquier acuerdo sería mejor. En este nuevo acuerdo, el FMI refinancia la deuda aumentando los plazos de pago a 10 años, empezando a pagar dentro de cuatro. Saldaríamos la deuda en el 2034 pero con el organismo metido en nuestro Banco Central imponiendo decisiones económicas durante más de una década. Si bien el presidente niega que habrá un ajuste, un tarifazo o una reforma laboral o previsional (como suele reclamar el FMI), la realidad es que en la práctica vamos a estar atados a sus imposiciones, además de haber legitimado el acuerdo criminal entre el organismo y el gobierno de Macri. 

En cuanto al porvenir, Argentina tiene el potencial de aumentar drásticamente sus exportaciones gracias a empresas públicas como YPF, que encabeza hoy la exploración y explotación de petróleo y gas -tanto en Vaca Muerta como podría hacerlo en un futuro en nuestra plataforma submarina-. En cuanto a la minería, que se encuentra en un 80% si explotar (desde oro, cobre, hasta litio) el Estado debe ser actor principal si es que queremos romper con la dependencia y el neocolonialismo típico de nuestra economía. Sobre la importancia del sector público en estos aspectos -salvo YPF-, el presidente no dijo demasiado.

  • CONDENA AL NEOLIBERALISMO: El Frente de Todos (FdT) tuvo que hacerse cargo en un contexto de decadencia heredado por el gobierno macrista, que no solo nos endeudó a niveles extremos e impagables, sino que nos dejó una economía derrumbada en todos sus indicadores. En 2015, de pasar a tener una economía en crecimiento, desendeudada, con altos niveles de consumo y con salarios en dólares reales de los más altos de Latinoamérica; en apenas cuatro años de neoliberalismo terminamos endeudados, sin recursos para pagar, con una inflación record desde 1991 y salarios en dólares de los más bajos de la región. Dijo Alberto Fernández: “fue el capitalismo financiero desatado” el que aplicaron los sátrapas del Juntos por el Cambio (JxC) para empobrecer al pueblo. 
  • PANDEMIA: El gobierno del FdT pudo minimizar los daños de la pandemia con una campaña de vacunación ejemplar a nivel mundial, en donde, a diferencia de otros países, actuamos sin prejuicios ideológicos y aceptamos vacunas de diversos países. Fue la campaña de vacunación más importante de la historia de argentina y los resultados positivos los tenemos hoy a la vista. Entre la población con el esquema completo de vacunación, Argentina tiene hoy un 79,11% de la población vacunada; contra un 72,45% de la Unión Europea; un 64,7% de Estados Unidos; y un 55,69% del promedio mundial. Países que nos superan son China Popular con un 85,48% y Cuba Socialista con un 87,31% por poner otros ejemplos. La exitosa temporada de verano 2021 y la recuperación económica del último año no se podrían entender sin esta exitosa campaña de vacunación. 
  • RECUPERACIÓN: La recuperación económica post pandemia fue clara. Después de una caída del PIB -por tercer año consecutivo- del 9,9% en 2020, en el último año el país creció en un 10,3%, superando no solo el derrumbe del año anterior, sino también los niveles de 2019, el último año de Macri. La industria fue la que explicó este crecimiento a tasas chinas -de las más altas del planeta- de un 7% por encima de 2019. La obra pública fue clave a la hora de explicar este crecimiento, con unas 3.700 obras iniciadas a lo largo y ancho del país; una inversión de un 13% por encima del 2019 y 57 mil millones de dólares a partir de 1.300 anuncios de inversión extranjera, siendo la más grande de 8.400 millones de USD de la empresa australiana de hidrógeno verde Fortescue: Siempre atentos al consejo de Cristina:”que el crecimiento no se lo queden 4 vivos”.
  • AYUDA SOCIAL: Alberto aseguró que van a profundizarse todos los programas sociales, desde el Pro Huerta y Sembrar Soberanía, hasta el Potenciar Empleo Joven; las becas Progresar; el Argentina Programa o el Acompañar (para mujeres víctimas de violencia de género). En cuanto a los planes sociales para la denominada “economía popular”, se buscará ir reduciéndolos a medida que se vayan creando empleos formales registrados. Durante la pandemia, la desocupación y la pobreza -ya de por si en niveles altos- detuvieron su escalada gracias al Programa de Recuperación Productiva (REPRO 1 y 2) y al Programa de Asistencia a la Producción y el Trabajo (ATP). Estos programas demostraron ser positivos. El problema está en un escenario de cogobierno con el FMI, en donde estos podrían imponer un esquema de Estado ausente que atente contra los sectores más desprotegidos de nuestro pueblo. Debemos mantenernos alerta.

 

  • INFLACIÓN Y CONCENTRACIÓN: La imposibilidad de bajar la inflación heredada (50,9% en 2021, apenas más baja de la que nos dejó el macrismo) es un dato que demuestra la tibieza del gobierno a la hora de enfrentar a los grandes monopolios y oligopolios, a los formadores de precios en nuestro país: desde los exportadores y acopiadores; pasando por los sectores básicos como el acero, el aluminio, el cemento, etc.; hasta el comercio mayorista, sectores en gran medida transnacionalizados. Los aumentos de precios en base a sostener tasas de ganancia extraordinarias que afectan, sobre todo, la canasta básica de nuestro pueblo, fueron los que impidieron bajar la pobreza que nos dejó Macri. Si bien es cierto que en los últimos dos años los precios de los commodities se dispararon a nivel internacional (soja, maíz, trigo, girasol, etc.) el gobierno no se animó (o no quiso) intervenir de forma directa para desacoplar los precios internos de los externos. La expropiación de Vicentín, que es una empresa oligopólica que exporta, acopia y maneja su propio puerto, hubiese sido clave para que el Estado pudiese intervenir en la cadena de precios. El mismo presidente dijo en su discurso: “Con un Estado débil ganan siempre los más poderosos y pierden las mayorías populares”. El problema es que con palabras no se llena el changuito.
  • FMI: Según el presidente, el actual acuerdo es “el mejor acuerdo que se puede tener”. No compartimos su planteo. Si bien los plazos de pago se incrementan de 4 a 10 años (con otros cuatro de gracia) saldaríamos la deuda en el año 2034 pero con el organismo metido en nuestro Banco Central imponiendo decisiones económicas. El presidente niega que habrá un ajuste, un tarifazo y una reforma laboral o previsional (como suele reclamar el FMI); la realidad es que en la práctica vamos a estar atados a sus imposiciones, además de haber legitimado el acuerdo criminal entre el organismo y el gobierno de Macri.
  • JUSTICIA: El presidente hizo una correcta crítica contra el corrupto, corporativo y antidemocrático Poder Judicial, el cual viene siendo cómplice -sobre todo la “justicia” federal de Comodoro Py- de todos los armados ilegales, casos de lawfare o persecución político-judicial, contra los gobiernos populares y sus dirigentes; incluso contra leyes o decretos que favorecen los intereses del pueblo. El problema es que pareciera que el presidente, en su discurso, tiró la toalla al plantear que “hice todo lo que estuvo a mi alcance” para modificar esta situación. 
  • POLÍTICA EXTERIOR: La sesión comenzó con un minuto de silencio para las víctimas del actual conflicto militar entre la Federación Rusa y la Ucrania otanista. Esto no tendría nada de malo si no fuese por la posición que días antes manifestó el gobierno junto con la Cancillería argentina. Mientras que países antiimperialistas como China se excusaban de apoyar a alguna de las partes y clamaban por una solución diplomática (señalando la responsabilidad de la OTAN y el imperialismo), otros países como México, o incluso el reaccionario Brasil de Bolsonaro, tomaban posiciones de neutralidad. Nuestro gobierno, que hace pocos días tuvo la correcta decisión de acercarse a Rusia, ahora condenaba el accionar de la Federación. Argentina tiene una base de la OTAN en las Islas Malvinas, por lo tanto es inaceptable que cualquier gobierno, sobre todo uno Nacional y Popular, se pliegue a posiciones en la misma vereda que su invasor.