RUSIA – OTAN

Un límite al dominio global

En una reunión reciente con jefes de gobiernos regionales de la Federación Rusa, Vladimir Putin expuso lo siguiente: “Quiero ser muy franco: detrás de la charlatanería hipócrita y las acciones actuales del llamado Occidente colectivo, hay objetivos geopolíticos hostiles. No quieren, no necesitan una Rusia fuerte y soberana, no nos perdonarán ni nuestro camino independiente, ni el hecho de que estamos defendiendo nuestros intereses nacionales (…) Es obvio que los acontecimientos actuales están marcando un límite al dominio global de los países occidentales, tanto en la política como en la economía. Además, cuestionan el modelo económico que en las últimas décadas se ha impuesto en los países en desarrollo y en el mundo entero. Permítanme enfatizar que la obsesión con las sanciones por parte de Estados Unidos y sus seguidores, no es compartida por países donde vive más de la mitad de la población mundial. Son estos Estados los que representan la parte más prometedora y de más rápido crecimiento de la economía global. Entre ellos está Rusia.” 

En nuestros términos, se trata del tránsito hacia un mundo multipolar en los marcos de la crisis del neoliberalismo.

La acción militar desplegada sobre territorio ucraniano se desarrolla dentro de los objetivos establecidos por el Kremlin. Buena parte de la armada y la fuerza aérea fueron destruidas, los grupos neonazis se siguen replegando hacia el oeste, y el carismático Zelensky acepta restablecer el status neutral de Ucrania. Las sanciones impuestas por el G7 conllevaron a un rosario de dificultades para Europa, por su dependencia energética de Rusia. Para Estados Unidos, el petróleo ruso equivale al 10 por ciento de sus importaciones (700 mil barriles diarios), Gran Bretaña importa el 8 por ciento, mientras que el resto de Europa importa cinco veces más (4,5 millones de barriles diarios). En cuanto al gas, un 40 por ciento de las necesidades de Europa están cubiertas con el gas de Moscú (Alemania más del 50 por ciento, Austria el 65, Republica Checa y Letonia el 100 por ciento, y Hungría y Eslovaquia al 90). Como si fuera poco, más del 45 por ciento del carbón que se consume en Europa es oriundo de Rusia. Por esto les resulta tan oneroso a los europeos plegarse a las sanciones impulsadas por los yanquis. De hecho, ya ha generado una crisis que obligó a diversos países a subsidiar a diversos sectores para paliar el salto en los costos.

El “desliz” en el que incurrió Biden al anunciar que buscarían desalojar del poder al presidente ruso trasunta el nerviosismo del imperialismo frente a un escenario que les resulta cada día más adverso.

Como se viene verificando, el intento por aislar a Rusia resultó en una mayor integración con China, y un mayor flujo comercial por fuera del dólar estadounidense. Días atrás, la India pagó en rupias por 2 millones de barriles de petróleo ruso, y acordó comprar (en una primera instancia) 15 millones de barriles mensuales, todavía una cantidad ínfima para las necesidades del gigante surasiático. En línea con este proceso, Putin informó a Europa que sólo venderá su energía en rublos. El canciller alemán se apuró en decir que no. Tras las declaraciones de Putin, el precio del gas en Europa superó los 1.350 dólares por 1.000 metros cúbicos en las operaciones bursátiles, de acuerdo con los datos de la bolsa londinense.

La vieja Europa tendrá que reflexionar sobre su alineamiento a los intereses del imperialismo norteamericano.