UNA NUEVA PROVOCACIÓN

China es una sola

Taiwán es la región donde se refugió la derecha al terminar la guerra civil, una especie de “Miami” de Chiang Kai Shek, pero en este caso en una isla propia del país. En su momento Mao y los comunistas chinos postergaron el asunto para más adelante, pero siempre dejaron en claro que China es una sola, y que Taiwán es parte de China. 

El tiempo pasó, y las aspiraciones de quienes allí se refugiaron pasaron a ser la del separatismo e independencia. La ONU y la mayoría de los países del mundo (181) reconocen el principio de “una sola China”, por lo que niegan a Taiwán status de estado. Sólo un puñado de pequeños países le reconocen soberanía, algunos de ellos semi-colonias. Ni siquiera los Estados Unidos, debido al antecedente histórico del conflicto chino-soviético. En aquel acercamiento de 1971 entre China y Estados Unidos, éste fue un punto de negociación que debía quedar bien claro, y por el cual Estados Unidos emitió varios documentos reconociendo que Taiwán era parte de China.

La situación geopolítica cambió, y poco les importa borrar con el codo lo escrito con la mano. La cuestión de Taiwán pasó a ser clave para provocar y socavar a su nuevo enemigo principal: la República Popular China. 

La provocación consistió en que la jefa de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, Nancy Pelosi, realizó una visita temeraria a Taiwán, gestos que no se veían desde hace 25 años y que se hacen en un delicado contexto político mundial.

En China provocó una ola de indignación nacional, por lo que el gobierno advirtió que habrá duras consecuencias. Y si bien Biden, así como el alto mando del ejército norteamericano le aconsejaron a Pelosi que no fuera, ésta fue de todas formas, acompañada además por un portaaviones y fuerzas militares. No estuvo ni 24 hs y se fue. 

La pregunta que surge es ¿por qué fue Pelosi? Hay varias hipótesis. Descartando la simple impulsividad, las más probables son: que su carrera política está llegando a su fin, y siempre tuvo una tradicional postura anti-China (circularon fotos de Pelosi en la plaza de Tiananmen) por lo que no sería más que un “retirarse a lo grande”. Sin medir e importar las posibles consecuencias.

Otra hipótesis son los negocios de su marido en Taiwán, que tiene inversiones en chips que se producen allí. Taiwán produce más del 60% de los semiconductores que se usan en el mundo (piezas de importancia crítica para miles de productos electrónicos, desde computadoras, celulares, autos y hasta armamento militar altamente sofisticado) y un mayor porcentaje de los chips más avanzados tecnológicamente y utilizados por los grandes monopolios tecnológicos. 

Por último, la explicación correcta, sin descartar a las demás, es que los Estados Unidos se aferran a su hegemonía, actualmente en declive, y desean demostrar que aún pueden hacer lo que ellos quieren. Siendo que Taiwán tiene una importancia clave en el escenario actual, permite un control de las vías marítimas de la región indo-pacífica, habilita un eventual bloqueo marítimo de China y a la paralización de su economía.

China reaccionó con la realización de ejercicios militares masivos: se anunciaron que se harán rutinarios y que implican un bloqueo marítimo y espacial sobre Taiwán; el cese definitivo de la línea divisoria del espacio aéreo entre China y Taiwán; y restricciones al comercio entre la isla y el continente, entre ellos la exportación de arena, utilizada para la producción de los semiconductores. Medidas que apuntan a acelerar la reunificación. Con respecto a los EE.UU. se anunció el cese del diálogo en materia militar y medioambiental, aunque todos los analistas coinciden que China ahora solo aguarda el momento oportuno para pasarle la factura del mismo tamaño que la provocación.