RECOMPOSICIÓN SALARIAL

¡Suma fija ya!

De la riqueza que se produce, hay una pequeña tajada que vuelve a los salarios y otra que se la queda el empresario. Esa parte que va a los salarios es lo que se conoce como la “participación de los trabajadores en el producto bruto interno”. Vale aclarar que en esta estadística se miden tanto salarios privados como públicos.

En estos últimos años la participación del salario tuvo dos grandes golpes en los cuales bajó su porcentaje en el PBI: por un lado con el macrismo durante 2018-2019 (recordemos que congeló paritarias y hasta las eliminó en algunos casos) y por otro, en el 2021 durante el crecimiento post pandemia, debido a que el salario no acompañó la recuperación económica y el excedente empresario sí se acrecentó significativamente. En resumen, la participación del salario pasó de representar 51,8% en el 2016, a 46,1% en 2019 y a 43,1% en 2021.

Los sectores en los que la brecha más se estiró son el agropecuario y el comercio, mientras que en la industria hubo un mayor deterioro de salarios pero el aumento del excedente no fue tan brutal como en los otros dos. Solo en la actividad financiera hubo una mejora en la participación del trabajo en el valor bruto sectorial, a partir de una mayor regulación en los últimos años y mejores paritarias (bancarios).

FUE LA INFLACIÓN. La inflación fue la responsable de esa transferencia de recursos. La remuneración del trabajo asalariado del sector privado (incluyendo los aportes y contribuciones del segmento empleador) aumentó 462 por ciento, de 2,9 billones de pesos a 16,3 billones, mientras que el excedente de explotación se disparó 685 por ciento, al pasar de 2,6 billones a 20,4 billones. El excedente empresario se obtiene una vez deducidos los sueldos y los impuestos menos las subvenciones sobre la producción. Y eso que la baja fue atenuada por el incremento de la participación de los cuentapropistas (IBM) que mejoraron su participación relativa en prácticamente dos puntos, mientras que la incidencia de los impuestos menos los subsidios permanece prácticamente constante entre los años extremos más allá de las fluctuaciones a lo largo del período (su reducción durante el ajuste de 2018-2019 y su aumento durante la pandemia), según informe de Cifra-CTA.

¡A RECOMPONER! Ante este escenario de retroceso, todas las herramientas para recomponer el salario son bienvenidas; por eso resulta llamativa la oposición de algunos sectores sindicales al aumento de una suma fija por decreto, ya que no implicaría dejar la herramienta de las paritarias, sino que la complementaría. Aunque es válido estar alerta ya que en más de una ocasión se intentó reemplazar una cosa con la otra.

Es desde la óptica del complemento que el bloque que responde a Cristina busca en éstos momentos impulsar una suma fija o bono para ese sector laburante cuyo poder adquisitivo fue muy castigado. Recordemos que el empobrecimiento de trabajadores correctamente registrados es un fenómeno reciente y que preocupa.

Aunque no hay nada definido o un proyecto en concreto, en principio se apunta al sector privado a la franja salarial que va entre $50.000 y $150.000 y hay dudas en el albertismo (para variar) por el impacto fiscal al extenderlo a sueldos de los empleados públicos.

Otros puntos que generan conflicto en esta medida antiinflacionaria, son el mencionado carácter complementario o no de las paritarias, y si dicha suma fija es “a cuenta de futuros aumentos”, lo que sin duda le quitaría recomposición. O no es a cuenta, o se transforma en bono; todos aspectos que se debaten en estos momentos.

Lo que sí está claro, es cuáles son los sectores del gobierno que estamos luchando por los intereses de las mayorías, y cuáles siguen “dudando” en estrecha sintonía con quienes buscan un retorno del neoliberalismo en 2023.