La magnitud de la crisis económica y social generada por Macri y su equipo de gobierno desata un océano de dudas entre los factores de poder. No sólo en aquellos sectores perjudicados por el modelo extranjerizador (industriales a la cabeza) sino también entre quienes ganaron como pocas veces: sector financiero, agroexportador y concesionarios de las empresas energéticas. El impacto político en las perspectivas de Cambiemos es devastador y por eso ya nadie oculta las fuertes presiones orientadas a que Macri se baje de la contienda electoral. Algunos, porque no les garantiza continuidad. Otros, porque los lleva al cementerio.
Dentro de la propia alianza de gobierno afloran, ya fuera de control, fuertes disputas y contradicciones. No sólo de parte de los radicales, sino entre quienes eran considerados “la mesa chica”. Con su caída, el ingeniero arrastra a todos, incluso a Vidal. Por eso Mariu, ya no tan risueña, también busca que Macri se baje, caso contrario amenaza con desdoblar la elección provincial. Mientras caminan en arenas movedizas, el dólar no deja de escalar. La Mesa de Enlace se siente “defraudada” (y no liquidan la cosecha) y los popes de la UIA critican el “piripipí” del gobierno. Se va configurando un clima de inestabilidad política, de estampida.
La Corte Suprema acaba de emitir un fallo donde eximen a los jubilados del pago de ganancias. La mayoría compuesta por Lorenzetti-Rossatti-Maqueda volvió a aislar a Rosenkrantz, el representante del gobierno. Le quitaron además el control del Centro de Información Judicial (CIJ), todo en cuestión de horas. Días antes le concedieron al juez Ramos Padilla los recursos requeridos justo cuando el Ejecutivo iniciaba el trámite para su destitución en el Consejo de la Magistratura. Como decíamos al principio, los factores de poder (cuyos intereses son diversos y en muchos casos contradictorios) se desmarcan sin ambages de Cambiemos y buscan variantes de cara octubre.
El desempleó trepó al 9,1 por ciento. La inflación de febrero arañó los tres puntos. Siguen cayendo las ventas en shoppings y supermercados. Cae el consumo de leche y de carne. La pobreza sigue subiendo, mida quien la mida. El alquiler de una vivienda insume el 50 por ciento de un salario; por eso se rescindieron de a miles los contratos durante los últimos meses. ¿Cuándo estalla esta bomba? Por las dudas, el FMI permitió al gobierno incrementar la “ayuda social”. La otra acción de los yanquis: incrementar los ataques a CFK.
Para el imperialismo, verdadero oficialismo en la Argentina, el problema se llama Cristina. No importa quien se imponga en octubre, mientras no sea ella. La presión sobre Florencia Kirchner fue descomunal y buscó sembrar incertidumbre sobre las decisiones de Cristina. Propios y ajenos contribuyeron en ese metier. Lo cierto es que la ex presidenta sigue creciendo en las encuestas, incluso en las que difunde la derecha. Van a atacarla por diferentes bandas, van a surgir Lavagnas o similares para dividir al espacio opositor. Enfrentamos a un enemigo poderoso, por es fundamental lo acontecido el pasado 24 de marzo.
Cientos de miles en las calles de todo el país bajo una consigna común, movilizados contra el genocidio militar de la dictadura y el genocidio social del neoliberalismo. En ese contexto, la imponente columna de las fuerzas políticas del kirchnerismo que partió desde la ex Esma. Al descontento debemos transformarlo en organización, la que necesita Cristina para volver a conducir los destinos de la Patria.