EDITORIAL

CRISTINA SENADORA

Para frenar el ajuste

Dijeron que aunque pierda, gana. Que la economía seguirá planchada mientras ella esté latente. Dijeron que el PJ la echó pero que ella lo diezmó, todo al mismo tiempo. Que la acompañaban fulano, mengano y sultano en las listas, o que su única preocupación era garantizar la renovación de los históricos. Dijeron que Randazzo constituía un desafío, y que al gobierno le era funcional la candidatura de Cristina. Y siguieron diciendo, combinando variables y haciendo ecuaciones. El primer momento de perplejidad en el campamento de la derecha se produjo el 20 de junio, en Arsenal, cuando frente a 100 mil personas (diseminadas adentro y afuera del estadio) CFK anunció el nacimiento de Unidad Ciudadana. Es un antes y un después. Como pocas veces, fue una comunión entre Cristina y el pueblo allí presente, sin intermediaciones de ninguna índole. Los antecedentes inmediatos son los actos de masas en Comodoro Py y el 9 de diciembre de 2015, aunque en circunstancias diferentes cada uno de ellos. Se ha forjado un vínculo irrompible entre la ex presidenta y las grandes mayorías nacionales: eso es lo que explica la candidatura de Cristina, quien respondió (una vez más) a las expectativas de los laburantes. En los rostros de quienes la acompañaron en el escenario quedaron expuestas las consecuencias dramáticas del neoliberalismo. La transmitieron en cadena, no tuvieron forma de ocultar un mensaje atronador.

El otro momento de zozobra para el enemigo se produjo el pasado 24, con el cierre de las listas de candidatos, en particular para la provincia de Buenos Aires, donde se juega lo principal. Tanto la fórmula para el Senado (que encabeza Cristina) como la nómina para la Cámara de Diputados, causaron sorpresa por su solidez, representatividad sectorial y renovación. Hasta el último minuto todo orbitó, sin excepción, alrededor de los movimientos de la compañera Cristina. ¿Por qué? Es la única que está en condiciones de expresar a los agredidos por el ajuste: a los que perdieron su trabajo, a los estudiantes que ya no cobran el Progresar (en dos meses el gobierno dio de baja 490.000 planes), a los jubilados que ya no acceden a sus medicamentos gratuitos, a los científicos que ya no tienen una beca, a los que les quitaron su pensión por discapacidad, a las pymes arrinconadas por la caída del consumo y las importaciones, a los golpeados por los tarifazos, a quienes vieron sensiblemente menguados sus salarios, sus asignaciones y sus haberes. Cristina advirtió que no hay futuro para un país condenado a 100 años de endeudamiento, no hay futuro para un país que en sólo una semana dejó a 1600 familias en la calle (Pepsico-Atucha-Unisol/Puma-Lanxess-Talleres Rioro), no hay futuro para un país donde cae mes a mes el consumo de carne y de leche. “Vinimos a construir, a organizar y movilizar a la sociedad”, afirmó CFK promediando su discurso.

El encono del imperialismo hacia nuestra conductora es el mismo que le dispensan a Lula, a Evo o a Nicolás Maduro. Los ataques del tándem de medios y partido judicial pueden variar según las características de cada país, pero el objetivo es uno: borrarlos del mapa. Es por eso que no debemos descartar ningún escenario, incluso en el transcurso de la campaña electoral. Cuando Cristina explica el sentido de Unidad Ciudadana, lejos de ceñirlo a tal o cual elección, le asigna un carácter estratégico: organizar desde abajo a los de a pie, a los argentinos de carne y hueso, para frenar el ajuste en una primera instancia, pero también para contar con las fuerzas necesarias que nos permitan recuperar todo lo que hemos perdido desde el 10 de diciembre de 2015. Sólo de esa forma vamos a poder enfrentar los embates de la derecha y su política represiva, que va a profundizarse en la medida en que se vaya desmoronando el modelo económico vigente. Nuestra tarea ahora es esclarecer, convencer, saber diferenciar lo principal de lo secundario, no caer en las provocaciones del enemigo y concentrarnos en lo esencial, que es canalizar la bronca de las grandes mayorías y orientarla, organizadamente, para asestarle un duro golpe al gobierno primero en las PASO, y luego en octubre.