Por Rodolfo G. Módena

Se cumplieron ya 3 años. El 25 de noviembre de 2016, a la edad de 90 años, fallecía en La Habana Fidel Alejandro Castro Ruz. El Comandante en Jefe, el soldado de la Revolución, el soldado de ideas, martiano y marxista-leninista, nuestro amado Fidel.

Genio de pensamiento y de acción, Fidel fue el más importante líder revolucionario latinoamericano, antimperialista y comunista de la segunda mitad del siglo veinte y comienzos del veintiuno en Cuba, Latinoamérica y el Mundo. Sólo la Revolución Cubana bastaría para situarlo en el podio mundial de los líderes antimperialistas, pero sus contribuciones a la Humanidad fueron mucho más allá de haber plantado el socialismo cubano y sus barbas en las narices del imperio más poderoso de la Historia.

En perfecta sintonía con su “modo de pensar y de ver y apreciar los peligros y los principios”, el 11 de diciembre de 1964, hace 55 años, el Comandante Ernesto Che Guevara, como representante de la República de Cuba, pronunciaba su histórico discurso ante la XIXª Asamblea General de las Naciones Unidas, en el que denunció contundentemente el accionar criminal del imperialismo norteamericano y sus aliados del “mundo occidental”: los imperialistas del Reino Unido, Bélgica y Francia, contra los pueblos y países en lucha por su liberación nacional y social.

Allí el Che, en nombre de Cuba y de Fidel, condenó la agresión imperialista norteamericana a los pueblos de Vietnam, Laos y Camboya; la persistencia del colonialismo portugués en Guinea, Angola y Mozambique, la humillación neocolonial de Puerto Rico, el régimen del Apartheid en Sudáfrica, Zimbawe y Namibia y el crimen perpetrado en el Congo contra Patrice Lumumba: “¿Quiénes son los autores? Paracaidistas belgas, transportados por aviones norteamericanos que partieron de bases inglesas”. También reivindicó a la República Popular China como única y legítima representante del pueblo y la nación chinos, el rol solidario de la Unión Soviética con causa anticolonial y antimperialista, así como las avances de una “nueva etapa histórica de resonantes triunfos para los pueblos de África, hasta ayer sometidos al sistema colonial del imperialismo y que hoy, en su inmensa mayoría, en el ejercicio legítimo de su libre determinación, se han constituido en Estados soberanos. Ya ha sonado la hora postrera del colonialismo y millones de habitantes de África, Asia y América Latina se levantan al encuentro de una nueva vida e imponen su irrestricto derecho a la autodeterminación y el desarrollo independiente de sus naciones”.

Lo dijo el Che como si lo dijera Fidel y como lo seguimos diciendo hoy ante los trágicos acontecimientos que golpean a nuestra hermana Bolivia: “Nuestros ojos libres se abren hoy a nuevos horizontes y son capaces de ver lo que ayer nuestra condición de esclavos coloniales nos impedía observar; que la ‘civilización occidental’ esconde bajo su vistosa fachada un cuadro de hienas y chacales… Se producen intervenciones solapadas por intermedio de las misiones militares que participan en la represión interna, organizando las fuerzas destinadas a ese fin en buen número de países, y también en todos los golpes de estado, llamados ‘gorilazos’, que tantas veces se repitieron en el continente americano durante los últimos tiempos”.

El Che se despidió de Cuba y de Fidel unos meses después diciéndole: “He vivido días magníficos y sentí a tu lado el orgullo de pertenecer a nuestro pueblo en los días luminosos y tristes de la crisis del Caribe. Pocas veces brilló más alto un estadista que en esos días, me enorgullezco también de haberte seguido sin vacilaciones, identificado con tu manera de pensar y de ver y apreciar los peligros y los principios”. Esa “manera de pensar y de ver” de Fidel lo llevaron a realizar enormes aportes a las causa de los trabajadores y pueblos oprimidos del mundo. Brilló como estadista al frente de Cuba y del Movimiento de Países No Alineados. Hizo de la Revolución Cubana el más alto ejemplo de internacionalismo proletario. Contribuyó a la liberación de los más diversos pueblos y países del Tercer Mundo. Fue decisivo en la derrota del racismo sudafricano y, a la hora de resistir la ofensiva imperialista tras la caída de la URSS y el campo socialista europeo, supo brindarnos la más sublime muestra de dignidad revolucionaria frente a la derrota y la inteligencia para interpretar la nueva fase del capitalismo y del imperialismo: “Contra la globalización neoliberal, globalización de las luchas y la solidaridad”.

Es que si como dijo el Che, “pocas veces brilló más alto un estadista” como Fidel durante la crisis de los misiles de 1962. Más alto brillaría aún durante el Período Especial del doble bloqueo impuesto a Cuba por el imperialismo yanqui y la caída de la Unión Soviética. Pocas veces como en la Cumbre Ecológica de Río ‘92 cuando alertó: “Una importante especie biológica está en riesgo de desaparecer por la rápida y progresiva liquidación de sus condiciones naturales de vida: el hombre”. O como cuando al recibir en 2004, en Cuba, a Hu Jintao, Secretario General del Partido Comunista de China y Presidente de la República Popular China, Fidel manifestó categóricamente: “China se ha convertido objetivamente en la más prometedora esperanza y el mejor ejemplo para todos los países del Tercer Mundo”.

Y es que, como dijo el Comandante Raúl Castro Ruz el 26 de julio de 1994: “La permanente enseñanza de Fidel es que sí se puede, que el hombre es capaz de sobreponerse a las más duras condiciones si no desfallece su voluntad de vencer, hace una evaluación correcta de cada situación y no renuncia a sus justos y nobles principios”.