GUERRA POR LA HEGEMONÍA

La OTAN contra la Federación Rusa

Ante el éxito de esta, Moscú anunció el inicio de una nueva etapa ofensiva basada en la reubicación de tropas rusas en todo el país y el desarrollo de una operación de pinzas que busca reducir las fuerzas ucranianas mayoritariamente concentrados en el este y sur del país. La nueva gran ofensiva de Rusia sobre la región de Donbass comenzó el lunes con ataques a lo largo de un frente que se extiende por unos 480 km.

Por otro lado, el hundimiento del barco insignia de la flota rusa, por causas que todavía no son claras, y el comienzo de operaciones militares en territorio ruso y muy cerca de la frontera han llevado a Rusia a acelerar el ritmo de los bombardeos, incluyendo objetivos militares nuevos, muy cercanos a Kiev, que hasta ahora se habían respetado. 

Las tropas rusas han destruido con misiles supersónicos los nuevos depósitos de armas y equipos sofisticados recientemente enviados a Ucrania y han advertido a los Estados Unidos y a la OTAN que serán considerados enemigos si continúan armando a Ucrania. Asimismo, el gobierno ruso anunció el emplazamiento de armas nucleares a lo largo de toda su frontera en respuesta a la inminente incorporación de Suecia y los países bálticos a la OTAN. Rusia en particular ha denunciado la participación directa, y secreta, de militares norteamericanos y de la OTAN en las operaciones bélicas dentro de Ucrania.

Lejos de contribuir en una salida pacífica, el imperio y sus aliados vienen haciendo todo lo posible para escalar la ofensiva, a través de un esquema que va desde la aplicación de sanciones económicas (directas e indirectas), la introducción de material bélico dentro de Ucrania (un win-win para EE. UU. y su complejo industrial-militar) y una maquinaria de guerra comunicacional y propagandística que ha exacerbado la censura y la rusofobia.

A pesar de esto, Rusia ha podido articular una serie de alianzas para evadir las sanciones. Su balance comercial creció 2,5 veces en lo que va del año en relación con igual periodo del año anterior y el rublo se ha revaluado en relación con el dólar, llegando a superar los niveles que tenía antes de la guerra. Europa continúa importando su gas y petróleo y la relación con China se ha vuelto cada vez más estrecha. Entre enero y marzo de este año el superávit comercial de China creció un 27,8% en buena medida por una reorientación de sus exportaciones e importaciones centrada en la economía rusa.

El ministro de Finanzas ruso ha convocado a los países miembros del BRIC (Rusia, China, India, Sudáfrica y Brasil) a acelerar los procedimientos para usar las monedas nacionales en las exportaciones e importaciones e integrar un sistema de pagos, de crédito y financiero independiente del Swift. Los países del BRIC decidieron realizar el quinto test del mecanismo bancario que les permitirá sumar sus reservas internacionales para proteger sus economías de los shocks externos.

Además, el gobierno ruso ha tomado medidas decisivas que implican vincular al rublo con el oro, y obligar a los países “hostiles” a usar rublos en las transacciones comerciales y financieras con Rusia. La adhesión de China, la India, Irán y otros países asiáticos al nuevo diseño financiera basada en monedas locales respaldadas por commodities, permite no solo una vía de escape a Rusia, sino también poner en jaque al dólar como moneda de reserva internacional. 

Dentro de este complejo escenario internacional, el voto argentino a favor de la iniciativa norteamericana de suspender a Rusia del Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas sin pruebas contribuye a imponer los intereses norteamericanos y nos alinea con la política exterior yanqui de guerra y endeudamiento, mientras nuestras commodities engordan los bolsillos de unos pocos.