BRECHA EN EL CONSUMO 

Recuperación para unos pocos

Mientras se estancan las ventas en supermercados, aumentan las ventas en shoppings y grandes comercios. Esta brecha de consumo está compuesta, por un lado, por las familias con dificultades para llegar a fin de mes y, por el otro, por quienes ajustan un poco sus gastos de manutención frente al choque inflacionario, pero aun así fortalecen su consumo. 

Hablamos de las familias de ingresos medios-altos, que cubren sus necesidades básicas y también las actividades de ocio postergadas por la pandemia. En paralelo, el costo de los alimentos asciende y destruye los bolsillos de los sectores populares. Este problema de distribución de los ingresos dentro del proceso de recuperación económica se ve reflejado en las últimas cifras de consumo que difundió el INDEC. En las estadísticas oficiales se observa que las ventas en los supermercados registraron una baja casi imperceptible de 0,1% durante marzo de este año respecto a marzo del año pasado. 

¿Qué artículos aumentaron sus ventas con los precios actuales? Los “Alimentos preparados y rotisería” con +78,3%, elementos de “Indumentaria, calzado y textiles para el hogar” con +77,4%, “Verdulería y frutería” con +63,4%, y “Panadería” con +62,7%. ¿Cómo pagaron su comida las familias? La cifra más alta indica que un 36,9% abonó su consumo con tarjeta de crédito. A nivel interanual, las ventas con tarjeta de crédito marcaron una suba de un 57,1%.

En una total y absurda contraposición con estos elementos básicos para los trabajadores, las ventas en shoppings -medidas con los precios base del 2021- aumentaron un 24,6% en el último año. Si las medimos con precios corrientes -es decir, actuales-, la suba es de un 96,8% interanual.

Está claro que la dinámica de distribución se encuentra absolutamente distorsionada y ninguna iniciativa o medida podrá perdurar en el tiempo sin un control de precios que acompañe y establezca un parámetro coherente y accesible. Hoy vemos la evidente complicación económica de la mayoría de las familias para acceder, principalmente, a la comida. Si aumenta el consumo recreativo de unos pocos pero otros no logran cubrir su canasta básica, es preciso que se invierta en el bolsillo del pueblo de manera urgente. 

En consonancia con lo anterior, el Índice de Confianza del Consumidor (del Centro de Investigación en Finanzas de la Universidad Di Tella) indica que, a partir de los ingresos individuales, la confianza cayó 0,5% en el grupo de consumidores de ingresos más bajos y subió un 3,5% en los consumidores con nivel de ingresos más altos. Estos parámetros de seguridad y toda la situación económica reflejan un rumbo que debe revertirse con decisión política cuanto antes, sino ¿para quién se gobierna?