PRECIOS Y SALARIOS

Es el monopolio

Con una inflación inercial desbocada, donde los sectores concentrados de la economía siguen sin embargo aumentando los precios (incluso por encima de ésta) el gobierno prepara un nuevo plan para frenarla.

En teoría, esta vez será un plan “serio y duro”, duro para quien incumpla. El plan no es una solución de fondo sino de emergencia, y consiste en congelar los precios de 1500 productos por cuatro meses a partir de diciembre. Ocurre lo mismo que cuando se anunció la “guerra contra la inflación” (un anuncio sin implementación que produjo el efecto contrario): una remarcación preventiva por parte de los formadores de precios para amortiguar medidas en las que no creen y consideran perjudiciales.

Se anunció el plan Precios Justos para diciembre. El ministro de Economía Sergio Massa pidió a las empresas que no aumentaran más de un 4% mensual y a los supermercadistas que no aceptaran aumentos por encima de eso. Algunos no cumplieron, fundamentalmente las alimenticias: Bunge subió un 15% el arroz; Porta Hermanos (alcoholes y bebidas) entre un 12% y 13%; Molinos Río de la Plata entre 7 y 8% en pastas y arroz. El alza general registrada llegó al 2%, cuando una semana atrás había sido del 1,3%. Y no solo se aceleró el alza sino que se extendió a más productos. Habrá que ver si las cuantiosas multas anunciadas por el ministro logran disciplinar en diciembre a los formadores de precios. Y si el acuerdo logra su cometido o si al congelar precios convalida prácticas especulativas.

Hay varios elementos sobre la inflación que no se conocen. Uno de ellos, que los aumentos se vienen dando incluso por encima de ésta, es decir, el alza en los precios supera las variaciones que se toman para justificarla: sea dólar, tarifas, naftas o salarios. El dólar oficial tuvo una suba del 41,02%; el CCL tuvo una suba del 52,9%; las tarifas tuvieron un incremento del 48%; los combustibles crecieron un 52,8% y los salarios una suba general del 61,2%, pero los precios crecieron el 66,2%. Entonces le echan la culpa a la expectativa de la macro, o a la emisión monetaria, uno de los argumentos más utilizados por los liberales. Aún así, los números de la “emisión” no justifican tanto aumento, si esta fuese la hipótesis que lo explicara.

Entre diciembre de 2019 y septiembre de 2022, el azúcar encabeza los aumentos superiores a la inflación: un 385,6% con un aumento del costo de reposición del 54,25%; artículos de librería, un 357,1% con un aumento real de reposición del 42,85%; cereales y oleaginosas, un 341,3% con un aumento real del 36,53. Un verdadero escándalo.

El Centro de Economía Política (CEPA) que dirigen Hernán Letcher y Julia Strada afinó el análisis apuntando a productos de consumo masivo, producidos en mercados de alta concentración. Encontraron que, entre enero y septiembre aumentaron: Azúcar un 96,3%, Detergente un 119,5%, Dulce de leche un 82,3%. Y entre enero y octubre: Coca Cola grande un 130,2%, Tallarín Luchetti un 177,6% y Lavandina Ayudín un 182,9%. Cruzaron los datos con el índice Herfindahl-Hirschman, que mide el grado de concentración en los mercados. Un IHH entre 1.000 y 1.500 puntos refleja una concentración de mercado moderada, por encima de 2.500 puntos es excesiva. Más de 5.000 existe duopolio y más de 10.000 se está en presencia de un monopolio. Los las empresas citadas reflejan un índice superior a 6.000 dentro de esa escala.

Es esta concentración la que explica por qué hay remarcaciones por encima de la inflación, por qué hay aumentos por encima de la emisión y por qué crece la diferencia entre productividad del trabajo y el salario. Formadores de precios que al igual que en plena pandemia, no solo siguen ganando, sino que pretenden ganar aún más.