AUNQUE EL GOBIERNO LO OCULTE

Despidos y precarización: derrotero neoliberal

La actual administración acelera las medidas destinadas a la creación de una amplia capa de desocupados que le permita, al inicio de la negociación paritaria, se puedan cerrar convenios a la baja para favorecer la rentabilidad empresarial.

Desde el inicio mismo de la administración macrista, con el discurso inaugural de su presidencia, quedó en claro cuál sería el rumbo que le imprimiría a la gestión. Al soslayar, en su diatriba violenta contra el gobierno nacional y popular, cualquier mención al papel de la industria en la economía nacional, se pudo intuir el carácter desindustrializador de su práctica gubernamental y sus nefastas consecuencias.

Pocos días después, con el brutal ajuste devaluatorio sobre la moneda nacional, se puso de manifiesto el sector que se beneficiaría a través de las políticas económicas. El regreso al FMI, el endeudamiento acelerado para “terminar” con la extorsión buitre sobre la Patria, la quita de retenciones al agro y a las mineras, la apertura de las importaciones, fue el prólogo de las incesantes y despiadadas cesantías producidas en el sector público, que actuaron, a la postre, como apertura del dique de contención al despido y la suspensión en la actividad privada.

Casi 140.000 puestos laborales y más de 38.000 suspensiones son el resultado de la aplicación del ajuste salvaje encarado por el gobierno. Cifra a la que habría que adosar la pérdida de trabajo informal (en negro) cuyas cifras son desconocidas en virtud del lockout del INDEC que no entrega índices desde diciembre de 2015.

Megadevaluación, inflación, transferencia de ingresos hacia los sectores privilegiados, aumentos indiscriminados en energía eléctrica, gas, naftas, transportes y sobre todo en alimentos, van configurando una combinación explosiva que arroja a la marginación a amplias capas de la población, y que habían sido erradicadas en los últimos 12 años gracias a las políticas que favorecían el crecimiento del mercado interno como motor de la economía.

La estigmatización del empleo público (grasa militante, trabajo inútil, etc.), que se supone aceptada y hasta celebrada por gran parte del electorado que optó por Macri en el balotaje, va perdiendo fuerza ante la debacle de la creciente destrucción de empleo privado bajo la excusa de “mejorar la competitividad”. Incluso asistimos a la aparición de piezas publicitarias que abonan el sentido del mérito en el éxito económico, según el cual, quien se encuentra ante la situación del desempleo y la desesperanza no habría hecho el “esfuerzo” para merecer mejor destino.

Queda claro que la actual administración estatal está acelerando las medidas para favorecer la creación de una amplia capa de desocupación que le permita, al inicio (incierto) de la negociación paritaria, se puedan cerrar convenios a la baja que permita la mejora de la rentabilidad empresarial.

El cinismo (característica principal del elenco gobernante) es la constante al negar la crisis ocupacional que azota a nuestro pueblo y se afirma en la decisión de vetar cualquier medida que permita frenar la escalada de despidos que se intenta encubrir bajo la farsa del “sinceramiento” de la economía real.

Como respuesta coyuntural a la salvajada neoliberal, el Parlamento se apresta a dictar una Ley de Emergencia Laboral que imponga la doble indemnización y retrotraer las cesantías al mes de marzo, fruto de la presión ejercida sobre ambas Cámaras Legislativas por la movilización de las cuatro Centrales Sindicales, presionadas a su vez desde la base por la gran masa de trabajadores. Estos son los principales afectados del ajuste, los que ven retrocesos cotidianos en las conquistas alcanzadas durante los últimos 12 años.

sin laburo