VOLVEMOS AL PASADO MÁS DOLOROSO

Otra vez el FMI

El gobierno de la Alianza Cambiemos emitió deuda por más de 35.000 millones de dólares en tan solo 9 meses, fundamentalmente para cubrir gastos corrientes. Prevé (según el Presupuesto 2017) tomar otros U$S 18.500 millones con el sector privado el próximo año. Es permanente el goteo de endeudamiento, de la Nación y las provincias, silenciado olímpicamente por el séquito de medios oficiales.

En el marco de la Cumbre empresarial realizada en el CCK, el presidente y varios ministros desfilaron ofreciendo (literalmente) el manejo de sus carteras a los monopolios para asegurar la lluvia de inversiones que nunca llega. Flexibilización laboral, eliminación de impuestos, “seguridad jurídica”, lo que sea. Lo dijeron en español y en inglés, por si había dudas. Por lo pronto ‘los inversores’ siguen mirando.

En este contexto de genuflexión explícita, arribó al país después de 10 años una misión del FMI para auditar la economía argentina. Nuestro país, por obra de Néstor Kirchner, no tiene compromisos con el Fondo, lo que lo exime de este tipo de subordinación neocolonial. Pero el gobierno lo hace por convicción y con una dosis de brutalidad con pocos antecedentes en nuestra historia reciente.

En sintonía con este derrotero antinacional, se formalizó el abandono liso y llano del reclamo de soberanía sobre las Islas Malvinas. No sólo hay luz verde para la explotación británica de nuestras reservas hidrocarburíferas y pesqueras, sino que se consuma la aceptación de una base de la OTAN en nuestro océano y territorio. La escueta intervención de Macri en la Asamblea de Naciones Unidas y su pedido amigable a Inglaterra confirmaron la capitulación. Como si fuera poco, los ingleses desmintieron a un Macri desbordante de optimismo por una gestión sobre las Islas en el marco de una sobremesa.

A pocas cuadras del mini Davos, miles de compatriotas se agolpaban en Plaza de Mayo para hacerse de un ramo de verduras. Este es el escenario estremecedor que subyace al país de la “pobreza cero” y “la unión de los argentinos”. Un dato revelador indica que durante el primer semestre se cerraron 507.500 cuentas sueldo, lo que explica el drástico aumento de los índices de desocupación y trabajo en negro.

Mauricio Macri perdió por lo menos 15 puntos de imagen positiva desde el 10 de diciembre a esta parte. Diferentes sondeos de opinión coinciden en que más del 70% de la población evalúa la marcha de la economía de manera abiertamente negativa. Abriendo el plano hacia una percepción de la situación general del país, un 56% de los encuestados consideran que “las cosas están peor”.

El enemigo también advierte el creciente malestar y por eso afina los objetivos de su embestida. Por un lado, alimenta un clima de violencia en la sociedad (con la inseguridad como bandera) que luego habilite el reclamo de “orden”, es decir, represión y medidas de excepción destinados a aplacar el conflicto social. En simultáneo, redobla sus ataques mediáticos y judiciales contra Cristina, quien sin dudas expresa el sentir mayoritario de los agredidos por la aplicación del neoliberalismo.

La simple mención a una eventual candidatura de Cristina crispa los nervios de la derecha, lo que expresa en definitiva la absoluta centralidad de CFK en la vida política nacional. Las recurrentes alusiones a una extinción del kirchnerismo forman parte de la acción psicológica del enemigo, ni más ni menos que eso.

Lo cierto es que Cristina trasciende este tipo de discusiones y mira bastante más allá de la superficie. “Volver no es volver a lo mismo, es volver mejores, y a partir de una larga marcha también de reformas de carácter estructural”, afirmó días atrás ante 200 delegados de ATE Capital. Y añadió: “lo peor que podría pasarnos es subordinar a una persona la realización de un proyecto. Si ese proyecto solamente lo puede llevar a cabo una persona, no es proyecto y no está enraizado en la sociedad”.

Fuerza política y cambios de fondo, dos atributos fundamentales de un proyecto revolucionario.