SANTIAGO MALDONADO

La represión y el engaño

Después de la aparición del cuerpo de Santiago Maldonado, el entramado político-jurídico-mediático intenta desvincular la desaparición forzada seguida de muerte del contexto represivo que desde hace casi dos años es política de Estado. Lo que se viene contra nuestro pueblo es más empobrecimiento y más represión.

La desaparición forzada seguida de muerte de Santiago Maldonado es, sin duda, el punto más alto (y conmocionante) que alcanzó la política represiva del Estado y sus fuerzas de seguridad desde que asumió Macri, rostro de los sectores del poder concentrado de la economía.

Aunque resulte redundante la enumeración, este accionar comenzó con la detención de Milagro Sala, las balas de goma contra los integrantes de una murga; siguió con el protocolo contra los cortes de calle y la movilización popular, los palos y gases a los trabajadores, los detenidos e incomunicados, los servicios de inteligencia en las manifestaciones por la aparición con vida, las intromisiones en clases públicas y universidades. Este es el contexto general en el que se lo llevaron a Santiago. Es el contexto que permitió reprimir a los integrantes de la comunidad mapuche, sin orden de un juez, en forma ilegal. Y desatar una verdadera cacería.

Ahora desde el complejo político, comunicacional y jurídico intentan otra vez (autopsia mediante) negar la desaparición forzada después de haber ido y venido con versiones contradictorias, tendenciosas y de mucha mala leche como las de Elisa Carrió. La manipulación de los sucesos es de los instrumentos principales con la que intentan, por un lado, engañar y confundir a un sector de los argentinos, y por el otro ejemplificar y amedrentar para que no crezcan la resistencia y la organización ante lo que se viene contra el pueblo. Esta distorsión sistemática de la realidad tiene el objetivo de desvincular causas y consecuencias en todos los planos.

El clima preelectoral y durante el propio día de los comicios (con amenazas de bombas en las escuelas de Bs. As. y CABA) se suma a las situaciones enumeradas más arriba. Todas en su conjunto confirman que se necesita mano dura para poder implementar las políticas de ajuste. El engaño de que pagábamos tarifas mínimas por la luz, el gas y el transporte; la mentira sobre el achicamiento de áreas del Estado (programas de políticas públicas de salud, educación y ciencia) por cuestiones de vagancia y/o corrupción, tienen y tendrán patas cortas en grandes sectores de la sociedad.

Ante las gravísimas consecuencias de las políticas antipopulares, de feroz neoliberalismo como la pérdida de trabajo, la exclusión social, el empobrecimiento y la indigencia, el poder real necesita neutralizar y acallar la reacción de los trabajadores y el pueblo en sus diferentes niveles de movilización y organización. Los aumentos de los combustibles y de las tarifas de los servicios públicos, la flexibilización laboral o la privatización del PAMI, van a estar acompañados de palos, gases (y hasta de la incertidumbre sobre un desaparecido durante casi tres meses) para poder ser implementados.

A Milagro se la llevaron de madrugada, casi secuestrada de su prisión domiciliaria. No atienden ni la notoria desmejora de su salud. Organismos internacionales, el mundo con los ojos puestos en ella y en la desaparición forzada y muerte de Santiago. El plan de asustar y desarticular para que nos acostumbremos a lo peor, es fuerte. Pero crece también la conciencia y la disposición a la resistencia organizada.