INFLACIÓN RÉCORD

Otro trofeo PRO

Los números de la economía argentina lejos de ser la resultante de una “tormenta”, como le gusta definir al presidente Macri, son consecuencia directa de la determinación gubernamental de adecuarlos al contexto de los dictados del FMI y el nuevo Consenso de Washington.

Desde el 10 de diciembre de 2015 la administración PRO viene tomando medidas que procuran maximizar las ganancias de sus cómplices locales e internacionales y ponernos en línea con la pauperización creciente de la población que rige la política neoliberal mayoritaria del planeta.

La dolarización de nuestra economía produce una desvalorización permanente de nuestra moneda soberana. Devaluación es pérdida del poder adquisitivo de salarios, jubilación y asignaciones familiares.

Oficialmente, el mes de junio nos dejó un índice inflacionario del 3,7% en el IPC y de un 6,5% en el segmento mayorista, acumulando un 44,1% interanual. Sin duda la más alta de los últimos años.

Transporte público, tarifas de servicios, naftas, medicina prepaga, alimentos, etc., duplican largamente las previsiones del presupuesto de la Nación votado por el Congreso y modificadas a la alza ya el 28 de diciembre pasado.

Alimentos y bebidas subieron un 5,2% y acumulan un 27,5 en el semestre empujados por una suba del 6,9% en gas y petróleo crudo y un 4,8% en productos agropecuarios. Puntualmente, el precio de la harina sube un 83% arrastrando consigo el precio de pan, fideos y galletitas. El arroz, el aceite, la carne (pollo, vaca, cerdo, pescado), la yerba mate, productos de limpieza. Ni hablar ya de vestimenta o entretenimiento, bienes que cada día más se alejan de las posibilidades del asalariado. La actualización casi automática pactada por el Ministerio de Energía con las grandes petroleras promete un 30% de aumentos en los derivados del petróleo.

La brecha entre precios minoristas y mayoristas, que ya acumula un 14,3%, sin duda, se trasladará más temprano que tarde a las góndolas o se traducirá en una pérdida de rentabilidad de los eslabones más endebles de la economía. Como contrapartida, los sectores de mayor poder optimizan sus ganancias vía dolarización y devaluación al trasladar las variaciones automáticamente a precios.

El crecimiento del precio de los alquileres genera una nueva crisis habitacional y agrega preocupaciones y mal humor social ante la incertidumbre y falta de perspectivas de mejora en el corto plazo.

Los sectores PYMES tienden a desaparecer al ritmo de la dolarización de insumos y la retracción del mercado interno por la pérdida de poder adquisitivo del salario.

La crisis cambiaria favorecida por el festival de bonos, la baja de retenciones, la creciente desindustrialización (con el consecuente crecimiento de la importación de bienes de consumo) convirtieron el ingreso de los argentinos en una ilusión que se inicia el 1º de cada mes y se desvanece rápidamente en las góndolas de los supermercados, en una espiral de desaliento que no parece reconocer límites.

El reciente e inconstitucional acuerdo firmado con el FMI augura nuevos dolores de la mano de un ajuste salvaje para cumplir las metas comprometidas y alcanzaría los 300.000 millones de pesos.

Paritarias a la baja, jubilaciones y asignaciones deprimidas, desaparición del mercado laboral y aumento de la desocupación, comprometen a futuro la calidad de vida.

En la “tormenta perfecta” generada por las políticas económicas y de la que tanto le gusta hablar metafóricamente a Mauricio Macri, estos delincuentes que ocupan la Rosada están dispuestos a “arriar las banderas”, tal como casi se le escapa en la conferencia de prensa brindada horas antes de la llegada del G20 y del FMI para reinstalar en dependencias del Banco Central la oficina que el Fondo ocupaba hasta el día en que en un gesto soberano inolvidable, Néstor les ordenó abandonarla.