RECESIÓN Y DESEMPLEO

La timba, única industria

Algunas de las numerosas empresas que bajaron la cortina o redujeron su actividad al mínimo en el último semestre son demostrativas de la gravedad de la crisis autoinflingida de la administración neoliberal del PRO.

La reiterada promesa de creación de empleo “de calidad”, sonsonete del macrismo durante la campaña presidencial, comenzó a hacer agua casi al mismo tiempo de asumir las nuevas autoridades en diciembre de 2015.

En casi tres años de administración, además de la reducción del Ministerio de Trabajo a una Secretaría (de Estado), la administración Macri ha producido decenas de miles de despidos, suspensiones y precarización del trabajo vía monotributo social, eufemismo que define el cuentapropismo con la brutal reducción de derechos inherentes al cambio de régimen laboral, aun cuando muchos de estos trabajadores conserven un nivel de relación de dependencia.

El cierre de 6700 Pymes perjudicadas por la apertura indiscriminada de la importación de bienes de consumo y la exención impositiva en los más variados ítems, abarcan todos los rubros, desde la producción de autopartes para la industria automotriz, textiles, calzado, línea blanca, producción de alimentos, etc.

La autorización a empresas que bajo el pretexto de disminución de sus ganancias realizan despidos injustificados como las grandes cadenas de supermercados, la producción aceitera, azucarera, van conformando un escenario donde se realizan los sueños empresariales de pauperizar el ingreso laboral que, gracias a los despidos masivos, va conformando un ejército de desocupados obligados a aceptar salarios de hambre a cambio de un ingreso que les permita mal mantener a su familia.

En los primeros 25 meses de gestión, el gobierno acumulaba 10.500 despidos y 70.000 suspensiones, cifra que va en aumento con cada nueva estocada a la industria nacional.

La brutal megadevaluación del último semestre empeora la situación de millones de compatriotas que ven impedido su acceso al consumo de bienes esenciales para la subsistencia con la consecuente desaparición del mercado interno que dinamice la economía y regenere la actividad económica que permita capear la malaria.

La aludida tormenta a la que tanto recurre el presidente de la Nación, encubre el cumplimiento de la única promesa de campaña del Ing. Macri: lograr la rentabilidad del empresariado vía licuación de los salarios y la entrega del manejo del país y su economía al FMI y sus recetas recesivas.

Con la excusa de bajar los índices de inflación, el gobierno ha metido la economía en el freezer, lo que se verá agravado con la decisión de “secar” la plaza de pesos para impedir la corrida cambiaria.

Tasas de interés para el infarto, verdaderas burbujas financieras siempre a punto de explotar son reemplazadas con nuevas burbujas más peligrosas que las anteriores. La bicicleta financiera es la única “industria” que florece en el país, y ya se sabe, si hay bicicleta no hacen falta trabajadores.

Algunas de las empresas que bajaron la cortina o redujeron su actividad al mínimo en el último semestre son demostrativas de la gravedad de la crisis autoinflingida de la administración neoliberal del PRO. Motomel, Honda Guerrero, Gral. Motors, Dow Dupont, Alpargatas, Alco Canale, Mercedes Benz, Bunge, Molino Canale, Siam, Mafissa, entre otras de diverso tamaño productivo y variado rubro de actividad.

Mientras tanto, la virtual clausura del Congreso de la Nación impide que se traten Proyectos como el de Ley de Emergencia Laboral que procura medidas para frenar los despidos y proteger al trabajador.

Aquel país incómodo para los poderosos al que hizo alusión Cristina en su último discurso ante el Parlamento, ha sido el campo de pruebas donde el neoliberalismo ensaya una nueva temporada de pobreza y precarización de los sueños populares. Las crecientes movilizaciones en defensa de las fuentes de trabajo, de la ciencia, de la salud, de la cultura, de la industria dejan en claro que no entregaremos nuestros derechos sin dar pelea en las calles.