Semanas atrás, desde su banca en el Senado, la compañera Cristina identificó sin rodeos el papel determinante de los Estados Unidos en el esquema actual de persecución y hostigamiento a los liderazgos populares en América Latina. El marco sigue siendo el de la confrontación global entre el hegemonismo yanqui y las posiciones que pugnan por un mundo multipolar. El último 11 de marzo, la Embajada norteamericana en nuestro país publicó el siguiente tuit: “Perdió Cristina”. Buscaron imponer una interpretación del resultado electoral en la provincia de Neuquén, que luego repitieron como un mantra los “comunicadores” de los medios dominantes. Lo cierto es que la Embajada no sólo habla a través de otros.

Salvando las distancias (ya que se trata de un escenario bastante más complejo) Venezuela es víctima de una colosal injerencia del imperialismo en sus asuntos internos. Afecto a Twitter para las amenazas, el Secretario de Estado Mike Pompeo escribió recientemente: “No hay comida. No hay medicinas. Ahora, no hay electricidad. A continuación, no hay Maduro”. Este mismo formato lo implementaron en Cuba desde el comienzo de la Revolución y en los momentos más críticos del periodo especial, pero fracasaron. ¿Qué es lo que expresa este nivel de agresión desembozada por parte de los yanquis? Debilidad, a nuestro entender. Por esto mismo, se vuelven más peligrosos.

En nuestro país, el calendario electoral comienza a insinuar una incipiente catarata de derrotas de Cambiemos en numerosas provincias. Se imponen el descontento y el rechazo a Macri en un contexto de agudización cotidiana de la crisis económica y social. Primero fueron las primarias en La Pampa, y días atrás las elecciones en Neuquén, donde el gobierno exhibió un holgado tercer puesto. Esa es la realidad, a pesar de las forzadas interpretaciones. La otra verdad es que el voto electrónico fue nuevamente fuente de numerosas denuncias en los centros de votación, luego formalizadas en conferencia de prensa por Unidad Ciudadana-Frente Neuquino.

De cara a las generales de octubre, el gobierno nacional pretende hacer desaparecer el tradicional sistema de recuento de votos, es decir el acta o telegrama donde se registra el escrutinio provisorio. Buscan reemplazarlo por una transmisión de datos vía software (que puede ser manipulado externamente) a un centro de cómputos. Lo de Neuquén (aunque no haya sido determinante en esta ocasión) puede considerarse un ensayo, donde miden incluso el tipo de respuesta. En el peor de los escenarios instalan un resultado en el sentido común, roban la elección y luego es tarea titánica revertir el número puesto. Volviendo al principio: los yanquis están nerviosos frente a una posible reconfiguración del mapa continental, y por esto mismo apelan a todas las formas de lucha.

La ruptura de Cambiemos en Córdoba dificulta las perspectivas del gobierno, además de los sucesivos desdoblamientos que buscan huir de la asociación con Macri, hoy considerado una mancha venenosa. Un sector del poder real promueve abiertamente una candidatura de María Eugenia Vidal-Carolina Stanley, convencidos de que Macri no reelige. Trabajan también por el otro andarivel impulsando la candidatura de Lavagna, con el único propósito de dividir al peronismo, eje del espacio opositor, donde no sólo está fuera de discusión el liderazgo de Cristina, sino que día tras día se suman expresiones que respaldan su eventual candidatura. Sin exclusiones, sin sectarismos, con todos y todas adentro, como expresión política de las crecientes luchas de nuestro pueblo contra el neoliberalismo.

Un sector del poder real promueve abiertamente una candidatura de María Eugenia Vidal-Carolina Stanley, convencidos de que Macri no reelige.