En la foto: Ludmila Pavlichenco, Roza Sánina, Vilma Espín, Celia Sánchez, Tamara Bunke Bider, Haydée Santamaría y Melba Hernández; en el centro: Nadieshda Krúpskaia, Olga Benario, Inés Ollero, Ana Teresa Diego y Graciela Panne; abajo: Clara Zetkin, Rosa Luxemburgo, Hebe de Bonafini, Cristina Fernández de Kirchner, Milagro Sala y Dolores Ibárruri.

CON VISTAS AL 34º ENCUENTRO PLURINACIONAL DE MUJERES Y DIVERSIDAD

Mujeres en revolución

Por Rodolfo G. Módena

Como marxistas, la base científica de nuestro enfoque respecto de la cuestión de género hay que ir a buscarla en los orígenes mismos del socialismo científico, particularmente, en Federico Engels y su “El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado”, de 1884.

Pronto, serían sus dos grandes discípulas en el socialismo alemán, Clara Zetkin (1857-1933) y Rosa Luxemburgo (1871-1919), quienes llevaron adelante las primeras grandes batallas ideológicas y prácticas sobre la política de género de los revolucionarios. De hecho, fue Clara Zetkin quien propuso conmemorar el 8 de marzo como Día Internacional de la Mujer Trabajadora, en el Congreso Internacional de Mujeres Socialistas (Copenhague, 1910), en homenaje a las obreras quemadas vivas en el incendio patronal intencional de 1908 en la fábrica textil Cotton de Nueva York. Recién en 1977, las Naciones Unidas instituyeron la fecha como Día Internacional de la Mujer, al influjo de la Unión Soviética y el campo de los países socialistas.

En la Revolución de Octubre y la construcción del socialismo en la Unión Soviética, fue encomiable el papel de Nadieshda Krúpskaia (1869-1939), miembro del Comité Central del PCUS y Vice Comisaria del Pueblo de Educación, desde donde llevó adelante la victoria sobre el analfabetismo, desarrolló el sistema educativo soviético e impulsó la igualdad y el protagonismo político de la mujer como en ningún país del mundo hasta entonces.

En 1935, la alemana Olga Benario y la argentina Carmen Alfaya, fueron detenidas tras la fallida insurrección liderada por Prestes y el Partido Comunista de Brasil. Olga fue deportada a Alemania y murió en la cámara de gas de un campo de exterminio nazi.

Durante la Guerra Civil española, Dolores Ibárruri (Pasionaria) se convirtió en símbolo de la mujer obrera, líder republicana y del Partido Comunista de España. Allí también se destacaron en combate las célebres Brigadas Mixtas del Ejército Republicano. Y también allí, en las Brigadas Internacionales, participaron cuadros del Partido Comunista de la Argentina como la recordada Raquel Lebensohn.

En la Segunda Guerra Mundial, las mujeres soviéticas se destacaron entre los mejores combatientes del Ejército Rojo. Baste señalar a la aviadora Polina Gelman y los escuadrones de mujeres conocidas por los nazis como las “brujas de la noche” por sus audaces bombardeos nocturnos, o las famosas francotiradoras Ludmila Pavlichenco y Roza Sánina.

Cabe acotar también, que la camarada Alcira de la Peña fue la primera mujer argentina candidata a la Vicepresidencia de la República en 1952. Asimismo hubo compañeras de nuestro Partido que fueron notables dirigentes sindicales, como la camarada Irene Rodríguez (telefónicos), entre otras.

Tampoco podemos dejar de recordar a las revolucionarias cubanas Celia Sánchez, Vilma Espín, Haydée Santamaría o Melba Hernández, guerrilleras y fundadoras del Partido Comunista de Cuba junto a Fidel, así como a la argentino-alemana Tamara Bunke Bider, “Tania”, caída en combate en la guerrilla del Che en Bolivia.

También fueron mujeres muchos de los 30.000 compañeros desaparecidos durante la última dictadura cívico-militar, a las que rendimos homenaje en los nombres de nuestras camaradas Ana Teresa Diego, Inés Ollero y Graciela Panne. Mujeres son las Madres y las Abuelas de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini y Estela de Carlotto entre muchas, así como nuestra inolvidable camarada Luisa Zaragoza.

Millones de mujeres trabajadoras enfrentaron al neoliberalismo en los años `90 y salieron a poner el cuerpo para sostener a sus familias, cuando sus maridos desocupados (a los que también condena la cultura machista) caían en la impotencia y la depresión. Milagro Sala, que además de mujer es indígena, es la presa política más emblemática del neoliberalismo y su liberación es un clamor de todo el pueblo argentino.

Y qué hablar de Cristina como líder del nuevo movimiento nacional, popular, democrático y latinoamericanista que representa el kirchnerismo, la que ha demostrado su grandeza como Presidenta y ahora, como estratega fundamental de la victoria popular que se avecina.