Mientras la pandemia hace estragos en todo el mundo sobre las economías con baja o nula presencia del Estado, la Organización Mundial de la Salud (OMS) asegura que el epicentro se trasladó de EE.UU. a Latinoamérica. Como era de esperar, los países más afectados son aquellos gobernados por el neoliberalismo.

El primer epicentro del COVID-19 fue en el continente asiático durante el mes de enero. Si bien los efectos en aquella región fueron importantes, gran parte de esos países, en especial aquellos gobernados por Partidos Comunistas (China, Laos, Vietnam, Corea del Norte y Nepal) consiguieron frenar la escalada y ya reactivaron sus economías. En febrero/marzo el epicentro se trasladó hacia Europa e hizo estragos. El Viejo Continente viene desregulando su Estado de Bienestar desde hace décadas, y eso quedó plasmado en la cantidad de contagios y muertes. Poco después el virus atacó a los Estados Unidos, el país más afectado hoy en día con 1 millón 700 mil casos y más de 100 mil muertos (302 muertos cada millón de habitantes al 25 de mayo). Un verdadero deseaste social y económico.

Ahora la OMS aseguró que el nuevo epicentro es América Latina, y está afectando principalmente a Brasil, gobernado por el lame botas pro imperialista de Jair Bolsonaro; seguido por Perú, Ecuador, Chile y Colombia, todos países neoliberales. Por el otro lado, Cuba, Argentina, Venezuela y Nicaragua son los países que mejor están enfrentando la pandemia gracias a políticas públicas activas y a Estados presentes e inteligentes a la hora de planificar sus respectivas cuarentenas.

Brasil es por lejos el país más afectado con 411.821 casos y casi 25.598 muertos (111 cada millón de habitantes); lo siguen Perú con 129.751 casos y 3.983 muertos (110 cada mill/hb); Chile con 82.289 casos y más de 840 muertos (42 cada mill/hb); Ecuador con 38.103 casos y 3.275 muertos (182 cada mill/hb) y Colombia con 24.104 casos y 803 muertos (15 cada mill/hb). Por el contrario, en los puestos más bajos del ranking tenemos a la Argentina con 13.228 casos y 492 muertos (10 cada mill/hb); Venezuela con 1245 casos y 11 muertos (0,4 cada mill/hb); Cuba con 1974 casos y 82 muertos (7 cada mill/hb); y Nicaragua con 759 casos y 35 muertos (3 cada mill/hb). Está claro que estamos hablando de dos modelos de país completamente distintos.

El caso de Venezuela es digno de admirar ya que no solo está enfrentando la pandemia (y la está venciendo) sino que también está lidiando con una guerra económica propiciada por Estados Unidos, con bloqueo y sanciones incluidas. La industria petrolera, principal palanca económica del país caribeño, se vio muy afectada ante la falta de insumos para procesar el crudo y reparar refinerías, además de la apropiación de la principal subsidiaria de PDVSA, CITGO, que dejó a la empresa en una situación financiera complicada. Por eso esta semana la República Islámica de Irán, en una demostración de solidaridad impactante, envió a Venezuela cinco buques con gasolina ya procesada, además de insumos y materiales para reconstruir el afectado sector petrolero bolivariano. Esto se logró pese a las amenazas de Trump de que no iba a permitir el ingreso de los buques.

Cuba Socialista es otro ejemplo de admiración. Sabemos que el sector económico más importante de Cuba hoy es el turismo, la vía principal de contagio del COVID-19 en todo el mundo. Así es como entró y se diseminó primero en Italia, por los millones de turistas que ingresaban. En Cuba sucedió lo mismo, la diferencia es que en Italia se contagiaron cientos de miles y murieron decenas de miles de personas, con un derrumbe del PIB cercano al 8%, mientras que en Cuba se pudo controlar el virus con muy pocos contagios y muertes, el sistema de salud (de los mejores del mundo) nunca colapsó y la actividad económica pudo mantenerse sin necesidad de una cuarentena estricta. La prevención es la columna vertebral del sistema de salud cubano y quedó demostrada su eficacia en esta pandemia. Para los que hablan del fracaso del socialismo deberían replantearse sus ideas y observar un poco la realidad objetiva, en este caso la de Cuba, pero también la de otros países socialistas de Asia; e incluso la de países como Rusia, en donde el presidente Putin reivindicó el sistema sanitario heredado de la Unión Soviético, el cual evitó incalculables muertes al lograr una de las tasas de mortalidad más bajas del mundo en relación al coronavirus. “La Unión Soviética fue destruida, pero el sistema de salud y vigilancia sanitaria y epidemiológica creado en la URSS sigue adelante”, dijo el presidente ruso en una reunión en línea.

Ningún país latinoamericano llegó a sus picos y la situación tenderá a empeorar, sobre todo en los países con gobiernos neoliberales. La derecha local, que en un primer momento ponía de ejemplo a seguir a Europa, tuvo luego que mirar hacia otros lugares, en especial hacia Estados Unidos o Chile, mientras el coronavirus asesinaba a cientos de miles de personas en el Viejo Continente y sus sistemas sanitarios colapsaban. Parecería que hoy el ejemplo ya no es más Chile o EE.UU, es Uruguay, un país gobernado por la derecha pero que mantiene todavía un sistema de salud reforzado durante los años de gobierno del Frente Amplio, además que los números de muertes cada millón de habitantes son similares a los de Argentina en la actualidad. La derecha neoliberal no quiere aceptar que su modelo económico es un fracaso en todo el mundo y ya no sabe hacia dónde mirar. Los pueblos deben saber que sí hay una alternativa posible y es con más soberanía, más industria, más planificación y más Estado en favor de las mayorías.