EDITORIAL

Vacunas, solidaridad y libertad

Acaba de concluir en Gran Bretaña una nueva cumbre del G7. Allí las principales potencias imperialistas anunciaron la donación de 870 millones de vacunas contra el COVID-19 a través del mecanismo COVAX. La Organización Mundial de la Salud (OMS) agradeció, pero aclaró que hacen falta 11.000 millones de dosis para inmunizar al 70 por ciento de la población mundial. Paradójicamente, algunos de estos países se han asegurado hasta 8 dosis por habitante. Filantropía aparte, el G7 se reunió para discutir cómo contener el avance de la República Popular China. En simultáneo, la OTAN advertía que la creciente influencia del gigante socialista plantea un “desafío sistémico”. Al compás de Biden (incluso en detrimento de los intereses de Europa) el G7 se lanzó también sobre Rusia, la otra “gran amenaza para los derechos humanos y las libertades”.

El aporte de China y Rusia en la batalla global contra el COVID-19 no ha sido testimonial. Sus vacunas, de las más efectivas, han llegado a los más “oscuros rincones del mundo” sin condicionamientos políticos ni flashes. El avance de la locomotora china no responde a una política expansiva de coyuntura, como la que se anunció semanas atrás en los Estados Unidos con el objetivo de revertir el impacto de la pandemia. En el mes de febrero Xi Jinping informó que, en los últimos ocho años, 98,99 millones de residentes rurales que vivían por debajo de la línea de pobreza se han liberado de este flagelo. Desde la puesta en marcha de la reforma y la apertura a finales de los años setenta, 770 millones han sido sacados de la pobreza rural, con lo que China ha aportado más del 70 por ciento de la reducción de pobreza global durante este período. “Del reino de la necesidad, al reino de la libertad”, diría el Che parafraseando a Marx.

En la ciudad de La Plata, la compañera Cristina se refirió a algunas de estas cuestiones, dentro de los marcos histórico-concretos de nuestra realidad nacional. Habló de la libertad como conquista colectiva, de todos y para todos, no de algunos en perjuicio de otros. Habló también del acto de sacrificio individual que es la solidaridad, que debe hacerse carne en las nuevas generaciones de chicas y chicos. Habló de los que acaparan vacunas en el mundo y luego las ofrecen como prenda de cambio. De los monopolios que disputan y buscan moldear el sentido común de la sociedad hasta en lo más elemental, como lo es la necesidad de aplicarse una vacuna. De un sistema de salud fragmentado y los nuevos desafíos en la etapa actual. En definitiva, lucha política y de ideas, más de fondo aún en tiempos de pandemia. Debemos ser capaces de extenderla y profundizarla en cada lugar donde actuemos.

Los subsidiarios del G7 en nuestro país no saben qué hacer ya ante la masiva llegada de vacunas. La apuesta al colapso sanitario fue muy virulenta, por eso les cuesta acomodarse a la nueva coyuntura. La perspectiva cercana de una cierta normalidad genera también expectativas económicas de una mayor recuperación. La colonización de la conducción de UIA por parte de Techint anticipa el perfil belicoso de los factores de poder, en particular de cara a las elecciones. Van a seguir atacando sobre los precios de los alimentos, que es la otra viga de la desestabilización. Junto con las medidas de control e intervención estatal, es importante ir recuperando el poder adquisitivo del salario. El acuerdo logrado para el personal legislativo permite barajar nuevamente y rediscutir aquellas pautas que cerraron a la baja, con la lamentable anuencia del ministro de Trabajo. Por otra parte, la sanción en Diputados de la Ley de Zonas Frías y la corrección de la Ley de monotributo (condonando la deuda por actualización a más de 4 millones personas) son acciones necesarias. En el caso de los monotributistas, es decisivo no perder el pulso de lo que pasa en la calle, de la crítica situación que atraviesan millones de compatriotas.

El contexto general es de avance para los pueblos de nuestro continente: la histórica elección en Perú, el proceso constituyente abierto en Chile, la prolongada lucha en Colombia, la posibilidad objetiva de un retorno de Lula en Brasil, la victoria de AMLO en las elecciones de medio término en México, sustentan esta posición. Nuestro país tiene un valor estratégico en el mapa regional, por eso respaldamos la decisión de no ser forros útiles del hostigamiento yanqui contra Venezuela y Nicaragua. El imperialismo va a apretar cada día más, mientras mayor sea la derrota del neoliberalismo.