LA GUERRA QUE NO FUE

Calibre chico contra la inflación

La subida de precios no es coyuntural. Hay factores especulativos que no pueden resolverse con acuerdos voluntarios de precios o a través de la “autorregulación del mercado”, como les gusta decir desde el Ministerio de Agricultura. La estructura de concentración existe, y ocurre desde el primer eslabón que es la producción primaria, seguida por la exportación y la molinería.

Desde el Ministerio de Agricultura ponderan los fideicomisos existentes -como los del aceite y el trigo- por sobre otras decisiones como podrían ser la suba de retenciones para desacoplar precios internacionales de los locales: la idea de Agricultura sería acordar hasta que duela.

Y duele bastante, porque el precio de los aceites siguió subiendo a pesar del fideicomiso privado que buscó desenganchar los precios internacionales de los locales. Según el relevamiento del Centro de Estudios Agrarios (CEA), el 85% de la producción de aceite está concentrado en cuatro empresas: Aceitera General Deheza, propiedad del ex senador Roberto Urquía y Miguel Acevedo, ex presidente de la UIA. La sociedad detenta el 28% del mercado. Le sigue Molino Cañuelas con el 26%, Molinos Río de La Plata (22,0%) y Tanoni (9,0%).

¿Qué ocurrió con el precio? Entre enero de 2016 y diciembre de 2019, su valor se multiplicó por siete, mientras que desde que asumió Alberto Fernández, con el fideicomiso aceitero incluido, el aumento registrado a febrero de este año fue del 150 por ciento.

Si al inicio de la gestión de este gobierno una persona con un salario mínimo podía comprar 135 botellas de aceite (de un litro), ahora solo puede adquirir 105 botellas.

LAS NUEVAS MEDIDAS

El gobierno creará un nuevo fideicomiso público, esta vez administrado por el Estado Nacional para congelar el precio del trigo a la molinería en torno a los 25.000 pesos la tonelada. 

Otra idea que se había barajado era la suba de retenciones al trigo, maíz y girasol. Pero tanto los exportadores, como Domínguez la rechazaban de plano. Tras esa negativa, el gobierno intentó que los exportadores aportaran los 3,8 millones de toneladas a un precio congelado de manera voluntaria. Pero se negaron. Por eso se llegó a la suba de retenciones para el aceite y harina de soja en dos puntos (que en realidad es la quita de un diferencial anteriormente otorgado y hasta donde se podía subir sin pasar por el Congreso), y que tiene por objeto fondear el fideicomiso público para congelar el precio del trigo a la molinería. 

También se anunció fortalecer el fideicomiso del aceite. Según datos de la industria, este instrumento cuenta con 190 millones de dólares los cuáles quedarían cortos ante la suba de los precios internacionales. Los recursos solo alcanzarían para sostener precios hasta junio.

Según un informe sectorial del Ministerio de Economía, de los 37.425 productores de trigo que existen en el país, el 10 por ciento concentra el 53,4% del área sembrada. En el segmento de la exportación, sólo 10 empresas concentran 94,9% de las ventas al exterior. La estructura de concentración también se repite en la molienda, donde el 4,7% de las empresas concentra el 50,4% de la producción. El informe también remarca la concentración en pastas y galletitas.

Los principales consumos de los sectores populares, es decir de los que sobreviven a base de la canasta básica alimentaria, están definidos por un puñado de empresas que siguen ganando con la espiral inflacionaria. Medidas anunciadas para atacar esta concentración, ninguna.