MILEI

Un servidor de pasado en copa nueva

Durante gran parte del día, en horas pico con el pasaje apretujado, los dedos no paran de deslizarse por las pantallas que saltan de una red a otra. No es solo entretenimiento, es la información y la distracción permanentes. Celulares que merecen un Preámbulo de instrucciones de Cortázar. En esa marea se cuelan los videítos de los libertarios pescando clientes.
Milei fue construyendo su imagen en la televisión. Él mismo dijo que “los padres de la criatura”, refiriéndose a sí mismo, son Alejandro Fantino y Mauro Viale. A partir del 2016, ellos le dieron la plataforma para que el candidato de La Libertad Avanza fuese conocido. Esa persona histriónica gesticulando, haciendo muecas de desprecio, de rabia, de enojo, cautivó a una parte de la audiencia y no se fue más. Luego, los recortes de los videos inundaron las redes sociales y sus insultos y ataques se viralizaron sintonizando con el enojo y la frustración social.
Lejos de ser un fenómeno aislado, el creciente protagonismo del Milei en el escenario político hace juego con la emergencia de figuras conservadoras en diversos puntos de Occidente. El año pasado, Milei adhirió a la denominada “Carta de Madrid”, un pronunciamiento impulsado por el Foro de Madrid en oposición al progresista Foro de San Pablo.
El candidato de la cabellera exótica y la papada oculta se juntó con lo más granado del movimiento: Steve Bannon, Eduardo Bolsonaro, José Kast, Santiago Abascal (de Vox) y el polaco Lech Walesa, y coincidió con los ejes de acción de las CPAC (Conservative Political Action Conference). Junto a él se vio también a su postulante a vice, la defensora de genocidas Victoria Villarruel. Steve Bannon es quien intenta dar cohesión a esta nueva Santa Alianza restauradora. Ex oficial de la marina, ex banquero y uno de los creadores de Cambridge Analytica, asesoró a Trump, Orban y Bolsonaro en sus respectivas campañas, basadas en la segmentación de públicos que permite el big data y la difusión de noticias falsas al gusto de cada uno, con discursos violentos.
Hay una estrategia que viene del Brexit pasando por Trump que inventó Banon, que se reprodujo en Chile, Brasil y que estamos viviendo acá, con una maniobra disruptiva construida desde las redes: el uso de la segmentación de públicos a través del big data y las fake news. La estrategia digital de Milei tiene como cerebro a Fernando Cerimedo, fundador del sitio digital La Derecha Diario, que trabajó en las campañas de Kast y Bolsonaro.
Milei quiere posicionarse como un salvador mesiánico que va a resolver los problemas más elementales y las expectativas, reforzadas o creadas por el bombardeo de las multiplataformas, de amplios sectores de la población argentina. Esto alimenta un cierto irracionalismo, el conjuro mágico de todos los problemas, aunque sus votantes encuentren serias dificultades para explicar cómo y para qué se instrumentarían muchas de sus supuestas medidas en el caso de llegar a la presidencia. Este irracionalismo es característico de la ultraderecha actual, la inmediatez de las redes, el lenguaje simplificado y abstracto que hace pie en algunas de las angustias, malestares o inquietudes populares. Se vio en el Brexit, cuyo eslogan fue “Retomar el control”, “Haz América grande otra vez” de la campaña de Trump y entroncaba con el slogan de campaña de Reagan, y “Brasil encima de todo, Dios encima de todos”, con Bolsonaro. En el caso de nuestro pequeño superhombre de las pampas el terminar con la casta y “viva la libertad, carajo”, más modesto, pero más acorde a un sentimiento antipolítica que la oposición al kirchnerismo supo macerar a fuego lento, pero constante.
En realidad, detrás de su retórica de odio a la casta política, solo trae como propuesta las viejas recetas de los Chicago Boys que llevan 50 años de fracasos sobre estas tierras. Milei no es más que “un servidor de pasado en copa nueva” y probablemente el menos dotado para la misión.