LA PATRIA NO SE VENDE

Resistencia o disolución nacional

La política de ajuste implementada por el gobierno de Javier Milei durante sus primeros 100 días de gobierno nos conduce a un genocidio social sin precedentes. Salarios y jubilaciones sufrieron una depreciación monumental. Los aumentos en la canasta básica de alimentos, combustibles, transportes, alquileres, medicamentos y servicios públicos provocan un impacto nuclear en los ingresos de las mayorías. El desplome del consumo es exponencial, posibilitado por la liberación de precios. En los primeros tres meses de gestión, la inflación del rubro alimentos se movió en el rango de entre 30 y 100 por ciento. En los supermercados, la venta de unidades por ticket cayó casi un 20 por ciento. A esto se suma que entre un 42 y un 45 por ciento de la población paga sus compras de bienes esenciales (aun los más insignificantes) con tarjeta de crédito. Las familias se endeudan, se caen del mapa. Según CAME, las ventas minoristas cayeron un 25,5 por ciento interanual, y acumulan un declive del 27% en el primer bimestre del año, frente al mismo periodo del 2023. Cómo será de delicada la situación, que hasta los representantes del FMI advirtieron a los libertarios sobre el drama social y los riesgos de un estallido, si no se atiende las urgencias de los sectores más pobres. En este número de Nuestra Palabra hacemos un recuento detallado del saqueo planificado en curso.

Es obscena la enorme transferencia de recursos hacia los dueños del capital. AEA, UIA, IDEA, AmCham, la Sociedad Rural y compañía celebran (más allá de eventuales chispazos) las políticas de hambre y represión. La delirante exposición del presidente en la apertura de sesiones legislativas augura un escenario de agudización de la lucha de clases. Aún así (y condicionado por los factores de poder) Milei presentó la propuesta del Pacto de Mayo -a cambio de fondos para las provincias- justo antes de chocar frontalmente contra un paredón. La disputa con las provincias productoras de petróleo por la coparticipación escaló a niveles preocupantes. Es paradójico, por un lado los mandatarios se plantan en defensa de sus ingresos, pero por el otro se habilita el camino hacia la balcanización del país por regiones: el fin de los estados-nación, objetivo de los yanquis que data desde los tiempos de Menem. ¿En qué termina? En una extranjerización total de nuestros recursos naturales a merced de los grandes monopolios. Transnacionalización y desnacionalización es el contenido principal del capitalismo contemporáneo, tal como lo explicaron los camaradas cubanos luego del derrumbe del campo socialista. ¿Qué requiere esto? Debilitar, desarmar y liquidar la organización popular. En particular a las asociaciones gremiales, hoy en la primera línea de batalla frente a la embestida neoliberal-fascista.

A través del DNU de diciembre de 2023 (todavía vigente) avanzan en materia de desregulación en vastos sectores de nuestra economía. Esto pretende ser engranado con el proyecto de dolarización, lo que produciría un estrago de proporciones ruinosas. Nada de esto es irreversible si hay organización y decisión política. Milei todavía conserva niveles de aprobación que oscilan entre el 41 y el 45 por ciento. La crisis de representación política que habilitó la irrupción del presidente enano (profundizada por la proscripción de Cristina) no ha sido resuelta. Es necesario reagrupar, acumular y recomponer el vínculo con nuestro pueblo, pero no desde la superestructura sino tirando desde el movimiento de masas. Ubicando las reivindicaciones principales (que sobran) en cada lugar, con iniciativa política, acompañando, orientado o encabezando las luchas donde las condiciones lo permitan. Hay que estar presentes, porque el movimiento espontáneo de las masas puede dispararse para cualquier lado, y el enemigo intenta orientarlo contra sus propios intereses. Mientras, buscan jubilar o inhabilitar de por vida a la compañera Cristina y asfixiar económicamente al gobernador Axel Kicillof, las figuras más relevantes de nuestro espacio político. Se trata de un momento de quiebre donde debemos apelar a la solidaridad, instrumento básico y abarcativo de la participación popular. Está en juego la existencia misma de nuestra nación. A la Patria la defendemos en la calles, masiva y organizadamente.