MILEI Y SU TROPA, SACADOS

Unidad para defender la democracia

Febrero no fue un buen mes para el gobierno de Milei. Para San Valentín, le estalló la estafa de la memecoin $LIBRA de la que el presidente fue partícipe necesario. El escándalo alcanzó las primeras planas de los principales periódicos internacionales y sus repercusiones todavía no están claras.

En lo inmediato, ha afectado gravemente la imagen y la credibilidad de Javier Milei según las encuestas que el gobierno y sus aliados provinciales realizaron para medir el minuto a minuto del humor popular. En un año electoral, con la crisis económica y social provocada por las políticas del gobierno, el margen se achica. Para salir de esta encerrona, Milei arremetió contra Kicillof y utilizó una de las artimañas más sucias de la política tradicional, esa que el presidente estafador vino a combatir: caranchear con un crimen horrendo, el de la niña Kim Gómez.

El enfrentamiento entre Milei y Kicillof no es nuevo, representan con claridad dos modelos de país muy distintos. Pero el tono del último cruce marcó una escalada significativa. Milei, que ya había atacado al gobernador en diversas oportunidades haciendo gala de todo su nefasto macartismo, ahora lo puso en el centro de la disputa utilizando el tema de la seguridad en la provincia más poblada del país y por cierto con tasas más bajas de criminalidad que Córdoba, Ciudad de Buenos Aires o Santa Fe.

La jugada fue planificada: el viernes 28 a las siete y diez de la mañana de Argentina, The New York Times publicó un informe que defenestró a Milei por la estafa con las cripto. Minutos antes, el Presidente difundió el tweet en el que pidió la renuncia de Kicillof, y amenazó con intervenir la provincia. Los grupos de tareas presidenciales habían lanzado su campaña el día anterior con miles de mensajes y fotos de Kicillof con el rostro ensangrentado, miles de cuentas replican en las redes sociales el tweet y los tanques mediáticos apoyan la movida. Es parte del andamiaje de campaña de LLA, es en parte para tapar el debate sobre la estafa y la situación económica, pero es también parte de un avance autoritario renovado con el nombramiento de dos jueces supremos por decreto.

El objetivo del gobierno de Milei y los sectores dominantes a los que representa es avanzar lo más rápido posible en mayores niveles de concentración de la riqueza, para lo cual tienen que reducir toda la capacidad de organización y resistencia del pueblo y de las y los trabajadores. Se explica entonces el objetivo de ahogar y si es necesario destituir por la fuerza al gobernador peronista de la mayor provincia del país.

Faltando siete meses para las elecciones, el gobierno se pone cada vez más nervioso por la demora del acuerdo con el FMI para que conceda un nuevo préstamo de 12 mil millones de dólares que le permita llegar a las elecciones sin devaluar y manteniendo esta inflación que destroza los ingresos día a día. Otro plan platita para la derecha, como el que tuvo Macri.

Kicillof, en tanto, redobla la apuesta. Responde con un fuerte respaldo interno: todo el peronismo salió en su defensa, y un amplio arco político se solidarizó para enfrentar la ofensiva. Mientras, sigue reclamando por los 44 mil millones de pesos mensuales que ya no recibe el territorio bonaerense en materia de seguridad por la quita del Fondo de Fortalecimiento Fiscal y los 750 mil millones de pesos por el recorte del Fondo de Seguridad.

“La provincia no se somete a amenazas ni extorsiones. No vamos a permitir que los intereses de los bonaerenses queden en manos de los caprichos de un presidente que no respeta la democracia”, dijo Kicillof y recordó el último antecedente de avasallamiento de la Constitución de esa semana: el nombramiento de los jueces de la Corte Suprema por decreto. “Quiere intervenir una provincia que perdió”, y agregó: “Va a ser falta la unidad para defender la democracia”.