EDITORIAL:

EL NEOLIBERALISMO

No cierra sin represión

Sumido en una crisis de carácter estructural, el imperialismo apela peligrosamente a su condición de gendarme para intentar preservar su hegemonía y contener el torrente de desigualdades económicas y sociales provocadas por el predominio de la especulación financiera transnacional. Durante los últimos días, los yanquis bombardearon una base aérea en Siria (que bajo el mando de Al Assad y con el respaldo de la Federación Rusa va logrando arrinconar a las bandas terroristas), incrementaron las provocaciones sobre Corea Democrática (que recurre al poder disuasivo nuclear como legítimo ejercicio en defensa de su soberanía) y profundizaron su accionar golpista sobre la Revolución Bolivariana buscando el pretexto necesario para justificar una intervención externa y el llamado a elecciones anticipadas.

Detrás de estos ataques sincronizados está la disputa estratégica con Rusia y la República Popular China, la locomotora del mundo multipolar y los principales sostenedores de la paz en el globo a partir de la firme determinación de imponer límites a la embestida guerrerista. Se están dirimiendo discusiones en el seno de los Estados Unidos (en particular la política exterior) donde el Complejo Militar Industrial suele tener la última palabra, más aún en tiempos de crisis. Trump (por convicción u obligado) tuvo que hacer una grotesca pirueta para explicar el cambio respecto a sus promesas de campaña, que pretendían ubicar a los EE.UU. en una posición prescindente respecto a los conflictos globales. Pero el imperialismo no puede traicionar su esencia fascista y despliega además sus tanques propagandísticos para generar el consenso que cubra su accionar.

La creciente agresividad se expresa en diferentes escalas, aunque el trasfondo es el mismo: el neoliberalismo solo cierra con represión. Es así aquí, allá y acullá. Este es el marco en el que se producen los ataques del gobierno nacional hacia los trabajadores y el pueblo en general. ¿Cuál es la respuesta de Macri a los 150 mil despidos que acumulan las Pymes industriales? ¿Cuál frente a los 2,4 puntos de inflación en el mes de marzo y que en los alimentos alcanzó los 3 puntos, con una caída en las ventas minoristas del 5,6 por ciento? ¿Cómo responde Cambiemos frente a la reacción que generan los renovados tarifazos y los medidores “pre-pagos”? ¿Cuál fue la respuesta frente al reclamo docente? ¿Cuál frente a los que luchan por la liberación de Milagro, especialmente en Jujuy? Lo concreto es que cuánto más se agrava la coyuntura económica y social, más se vislumbra una escalada represiva, aunque es mayor todavía la acción psicológica dirigida a sembrar temor, a desmovilizar a través del miedo.

Las puestas en escena montadas durante los últimos días, con policías camuflados y armados hasta los dientes, forman parte de este objetivo. La derecha es consciente de que nuestro pueblo (tras 12 años sin represión ni criminalización de la protesta social) va a resistir firmemente la instalación de un Estado policial. No es sencilla la disyuntiva para el enemigo, por eso buscan también generar un clamor que exija “orden” y dé luz verde para reprimir sin freno. Apelan en este intento a “encuestas que registran una recuperación en la imagen de Macri” y evocan al 1A (25 mil personas) como una gesta sin precedentes. Este abismo respecto a lo sucede realmente en la calle nos pinta a un gobierno golpeado y sin brújula, lo que lo torna más peligroso.

En este contexto, crece el jaleo de cara a las elecciones legislativas de octubre. El poder real busca presentar opciones en todos espacios políticos, aunque se concentra en el peronismo, en particular de la Provincia de Buenos Aires. En las secciones electorales de mayor envergadura (la tercera, por ejemplo) la compañera Cristina registra una intención de voto superior al 60%. Restan algunos meses para que se defina el panorama, aunque el enemigo identifica (con evidente preocupación) lo principal: existe una alternativa sólida al neoliberalismo, su liderazgo está intacto y su proyección electoral se expande día tras día. Para garantizarlo, debemos profundizar nuestro vínculo con las masas para que la bronca no se disperse, se organice y se exprese políticamente. Ese será nuestro aporte.