UN DEBATE NECESARIO

Fuerza política y batalla de ideas

En su intervención de apertura de la Asamblea Legislativa de 2015, en su último mandato, Cristina señaló una cantidad de logros innegables de su gobierno. Pero interesa acá señalar que la caracterización hecha por la compañera reflejaba, además, una advertencia para el próximo gobierno “yo no dejo un país cómodo para los dirigentes, yo dejo un país cómodo para la gente. ¿Saben qué? Tienen razón, va a ser muy incómodo. Claro que va a ser incómodo. Después de todo lo que hemos leído, va a ser incómodo, sobre todo si le piensan sacar derechos que ha ganado la gente, va a ser muy incómodo.”

Y tenía razón. Ese país y ese pueblo resistió en las calles casi desde el primer momento la embestida neoliberal del macrismo y alumbró con esperanzas renovadas al gobierno del Frente de Todos. Cabe como primer balance notar que esas expectativas no fueron correspondidas. La reacción que se estableció con el macrismo solo fue contenida durante el gobierno de Alberto Fernández con el costo de medrar al kirchnerismo, proscribir a Cristina, profundizar el sometimiento al FMI, permitir las ganancias de los oligopolios a fuerza de devaluaciones. Los salarios miserables, la precarización creciente del mercado laboral, en especial de los más jóvenes, 40% de pobreza, aumento de la indigencia, perdida de derechos, con su consecuente desencanto, enojo y desconfianza creciente en el sistema político. Todo eso sirvió como caldo de cultivo ideal para el crecimiento del fascismo neoliberal que gobernará en los próximos cuatro años.

Las consignas desplegadas durante el periodo electoral en defensa de nuestro candidato y de un modelo de país no alcanzaron frente a la propalación de un sentido común profundamente reaccionario y simplón que, sin embargo, supo dar en la tecla y sintonizar con el cansancio y desconfianza de vastos sectores sociales. Sosteníamos en un comunicado reciente que la batalla política se perdió porque perdimos la batalla de ideas, por la falta de un mayor vínculo político con las masas. Durante el gobierno de Alberto Fernandez se dio un proceso de desmovilización de las fuerzas políticas y no se supo o no se pudo contrarrestar esta dinámica que precedió a la elección misma.

La correlación de fuerzas y las condiciones de vida de nuestro pueblo fueron cambiando. Hay que analizar, no como tarea teórica sino en la práctica militante desde los distintos lugares en los que estamos insertos, qué organización y representación necesitamos para volver a dirigir los destinos de la patria. Lenin (en las condiciones concretas en las que le tocó actuar) pone en primer plano el problema político e ideológico de la construcción de una conciencia socialista en la clase obrera y del instrumento necesario para llevar adelante esa tarea (¿Qué hacer?).

La lucha de ideas no se da desde el vacío, ni desde un pulpito. Se da en la lucha de clases y desde determinada relación de fuerzas. Y esta relación se provoca desde la acción política. Por eso Cristina dejó una situación incómoda para la dirigencia, y ahora, en cambio, la situación es un poco más que incómoda para el pueblo. 

El neoliberalismo como programa de gobierno choca directamente con la democracia y puede darse por descontado la resistencia de múltiples sectores sociales que saldrán a luchar en defensa de los puestos de trabajo, por el salario, contra la reforma laboral, la vuelta de las AFJP, etc. Más de 11 millones de personas votaron por un proyecto nacional, contra el fascismo, muchas de ellas protagonizaron escenas conmovedoras poniendo el cuerpo y disputando en el espacio público en defensa de la democracia, las políticas de memoria, verdad y justicia, la salud y la educación pública.

Un resultado electoral no es suficiente para derrotar a los sectores populares. Contamos con las mejores tradiciones de lucha de nuestro pueblo. Hay que salir al encuentro de esos compatriotas para reconstruir la alternativa política que nos permita, bajo el liderazgo de Cristina, volver rápidamente a dirigir los destinos de nuestra Nación.