Entre “la angustia” y la “grieta”

San Martín resiste.

Por Rodolfo G. Módena

En un nuevo 17 de agosto, en un nuevo aniversario de la muerte del Libertador, siempre caben preguntas y respuestas.

“Deberían tener angustia de tomar la decisión, mi querido Rey, de separarse de España”, dijo, sin ruborizarse, Mauricio Macri, en su bochornoso discurso del 9 de julio de 2016, cuando se conmemoraba el Bicentenario de nuestra Declaración de la Independencia. Se lo dijo al vetusto Rey de España, principal invitado especial de aquella cita vergonzosa.

Y uno se tiene que preguntar cómo es posible semejante aberración. ¿Angustia de José de San Martín por liberar a la Patria Grande? Claro, Mauricio Macri vino a “cerrar la grieta”.

“La grieta” es un concepto de moda, como tantas otras distracciones que instalan y propagan los medios de comunicación del establishment. Y todos las repiten sin ton ni son. Igual que paradigma, millennials, posmodernidad, posverdad o cualquier otro concepto que por “novedoso” y exagerado en su uso a la moda, se vuelve vacío de contenido, tanto como la “revolución de la alegría” de la que poco y nada se sabe, más que de globos. Casi menos que del casi olvidado “fin de las ideologías”, del casi olvidado Fukuyama.

Y se tiene que responder. Bastaría hacerlo con la sola palabra de San Martín cuando decía: “Compañeros juremos no dejar las armas de la mano hasta ver al país enteramente libre o morir con ellas como hombres de coraje”. Pero no entienden ni quieren entender. ¿José de San Martín, el “Padre de la Patria” era partidario de “la grieta” entonces?

“La grieta”, al fin y al cabo, como eufemismo, no es otra cosa que la histórica lucha de clases. Lo que es algo tan viejo y vigente aún, porque el neoliberalismo, el imperialismo, el capitalismo (aunque en crisis) siguen imperando. Porque la sociedad dividida en clases y la explotación del hombre por el hombre siguen. Y porque solo con la liberación nacional, el socialismo, el latinoamericanismo, el internacionalismo proletario y el comunismo podrá cerrarse de verdad un día.

José de San Martín, por tiempo y edad, no llegó a conocer a Carlos Marx, pero en su espíritu libertador estaba implícito lo que decía siempre Jorge Pereyra, parafraseando a Marx: “la felicidad es la lucha”. Y lo demuestra Cristina a cada paso.

Por eso a los revolucionarios no nos cabe esa angustia (la del hipócrita mercader de la Casa Rosada), aunque humanamente sintamos muchas veces ese sentimiento por contrarias razones. Nuestra conciencia de clase se sobrepone históricamente.

Macri es el que ahonda “la grieta” que miente querer cerrar.

Cerrando el escrutinio en la madrugada del 14 de agosto, cuando pasaba a ganar Cristina, no cierra la objetiva confrontación de proyectos de país, no cierra ni podrá cerrar la lucha de clases. Con la memoria de San Martín tenemos Patria, y con la lucha de nuestro pueblo trabajador siempre tenemos futuro.