CON CRISTINA AL FRENTE

A pelear cada voto.

En tiempo de descuento hacia el 22 de octubre, el gobierno despliega todos sus recursos propagandísticos orientados a instalar un escenario de prosperidad y crecimiento, realmente difícil de verificar en los hechos concretos y cotidianos. Cristina logró imponer en la campaña hacia las PASO la discusión respecto de la coyuntura económica: sobre ese terreno pisotea ahora el coro multimediático para decir que pasa lo que no pasa. Cualquier comparación interanual respecto a 2016 es tramposa y amañada, si se tiene en cuenta que el impacto en la economía del primer año de Cambiemos fue devastador, y lo sigue siendo. Los brotes y rebotes que muestran sólo confirman el cuadro recesivo, contrastado con el país que dejó CFK en diciembre de 2015. La disputa por el sentido común se da, fundamentalmente, en torno de las condiciones materiales de nuestro pueblo, si son mejores o peores. La dan ellos pertrechados con un sinfín de instrumentos, y la tenemos que dar nosotros en el mano a mano, explicando, esclareciendo, desarmando los engaños del enemigo. Ese es el tipo de campaña que nos propone Cristina.

Lo cierto es que ni siquiera salen airosos de los relevamientos año a año. Las ventas minoristas retrocedieron 0,3 por ciento en agosto (respecto a 2016) y en ocho meses un 2,6 por ciento, según la CAME. De 18 rubros relevados, once retrocedieron. Con respecto a julio, la caída fue de 8,7 por ciento. En 2016 cerraron más de 5000 pymes industriales y en lo que va de este año bajaron sus persianas otras 2000. Más de dos tercios de la capacidad instalada de los principales bloques industriales permanece inactiva. La inflación de agosto fue de 1,5 por ciento (según el índice Congreso) y en el caso de los alimentos fue del 2 por ciento. El alza de precios se ubica en 24,1 por ciento para los últimos doce meses, siete puntos por arriba de la pauta oficial. Aquella dirigencia sindical que avaló salarios a la baja, bajo pretexto de una cláusula gatillo, debería estar exigiendo con vehemencia la reapertura de paritarias. Pero no, los “fundamentalistas del diálogo” plancharon la posibilidad de un paro al ajuste. Afortunadamente abajo, en la base de los gremios, se respira otro aire.

Orientado por los focus group (y no por la masiva movilización del 1S) que registran un fuerte repudio social a Macri y su ministra de seguridad por la desaparición forzada de Santiago Maldonado, el gobierno decidió “abrazar” la causa de la aparición con vida del joven platense. El cinismo no tiene parangón. Mientras continúan empiojando la investigación judicial, e insisten en la construcción de un enemigo interno necesario para dar sustento a la reedición de la teoría de los dos demonios y a la escalada represiva, demostrada con creces en Plaza de Mayo días atrás. A pesar de los intentos por propalar el miedo y por borronear la gravedad de un hecho de estas características, la reacción de sectores mayoritarios de nuestra sociedad da cuenta de la voluntad objetiva de resistir este tipo de embates que ponen en riesgo la vigencia de las libertades públicas y democráticas.

En el mismo barro fueron concebidos los procesos judiciales que buscan poner a Cristina contra las cuerdas, ahora con la “ensalada” pergeñada por Bonadío, derivada del caso AMIA. No hay ningún afán de justicia (las causas son insostenibles) sino la búsqueda de un escarnio social. ¿Pero por qué tanta inquina con CFK si, como dicen las encuestas que difunden los grandes medios, la ex presidenta se encamina a una derrota? Vemos también el intento (precoz todavía) por mostrar la existencia de un peronismo pos-kirchnerista. Es parte del clima que buscan instalar, en línea con la puesta en escena del último 13 de agosto, donde los “vencedores” fueron finalmente los vencidos.

El dato es que Cristina no sólo orienta, sino que pone el cuerpo como nadie en la pelea voto a voto, en un momento determinante frente a los objetivos hambreadores del gobierno neoliberal. Ninguna elección se gana caminando ni haciendo la plancha, menos aún frente a un enemigo que ostenta un enorme poderío comunicacional. Por eso la campaña al hombro, por eso la necesidad de dar la discusión, ganar voluntades y saber transmitir que Unidad Ciudadana es la única fuerza en condiciones de representar el voto de las mayorías expresado en las PASO, que es frenar el gran ajuste en el Parlamento y en las calles.

El gobierno despliega todos sus recursos propagandísticos orientados a instalar un escenario de prosperidad y crecimiento, realmente difícil de verificar en los hechos concretos y cotidianos.