PROEZA DE LA HUMANIDAD Y EL SOCIALISMO

Sputnik y lucha de clases

Por Rodolfo G. Módena

El 4 de octubre de 1957, hace sesenta años, la gloriosa Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas ponía en órbita espacial el primer satélite artificial del Hombre: el Sputnik 1.

La Humanidad toda fue impactada por semejante logro. Después vendrían el primer ser vivo en el espacio, la perra Laika en el Sputnik 2 (1957); el Luna 3, la primer sonda espacial que fotografió el lado oscuro de la Luna (1959); Yuri Gagarin en la nave Vostok 1 (1961), el primer astronauta en circunvalar nuestro planeta por el espacio exterior en nombre del comunismo; la primera mujer cosmonauta, Valentina Tereshkova, a bordo de la Vostok 6 (1963); el primer alunizaje de una sonda automática, el Luna 9 (1966) y la primera estación orbital, la Salyut 1 (1971).

Aquello, como tantas cosas que tienen que ver con la justicia social que avanzaba en el mundo -tanto en la Tierra como en el Cielo-, fue la expresión simbólica del proletariado a la ofensiva global.

Aquello que puede parecer lejano, es pasado, presente y futuro. Por eso aquí y ahora, en nuestra dimensión humana, es que hay que saber rescatar la memoria. La memoria del Hombre. La memoria de la lucha por la redención, para que el ser humano llegue a ser digno de su ser. De ser el único animal conciente de sí mismo. De ser el último eslabón del desarrollo de la materia. En definitiva: la Historia que, al decir de Marx, no es otra que la de la lucha de clases.

Recién en 1969, doce años después del Sputnik soviético, los Estados Unidos tuvieron su gran logro al poner a Neil Amstrong con los pies sobre la Luna, y su gigantesco operativo mediático hizo circular las imágenes por el mundo. Se anticipaba el poder de las comunicaciones, que sería uno de los factores principales de lo que iría a venir.

La “Carrera Espacial” fue uno de los escenarios de la llamada “Guerra Fría”, que no era otra cosa que la lucha de clases en el plano internacional en torno a la contradicción principal entre el socialismo y el capitalismo a escala mundial.

Después vendría la derrota desde arriba y desde adentro de la propia URSS, cuyas causas complejas no son motivo de esta nota. Lo cierto es que hoy, Rusia se vuelve a alzar como un factor importante del debate sobre el destino global.

Recientemente, el Club Valdai de Rusia (que reúne a unos mil intelectuales de todo el mundo) cursó invitación a Cristina Fernández de Kirchner para su Foro 2017. Cristina desistió de participar por las circunstancias electorales de nuestro país, pero dijo en su carta de respuesta: “el tema planteado, en un mundo de profundos, diversos y acelerados cambios, es algo más que interesante. Es francamente disruptivo y constituye un auténtico e imprescindible desafío intelectual. La oportunidad para plantearlo no podría ser mejor… no ha surgido, después de la Guerra Fría, ningún nuevo orden mundial y los conflictos del último cuarto de siglo sólo son el producto de la deconstrucción del anterior”.

La contradicción principal de nuestros días es entre la pretensión unipolar del imperialismo o un nuevo orden basado en la multilateralidad o multipolaridad democrática global sin hegemonismos; tal es la expresión concreta de hoy de la contradicción fundamental entre burguesía y proletariado a escala internacional.

Y me atrevo a decir, sin vergüenza alguna, en una fórmula entre alquimista y metafórica, que Cristina es un Sputnik de este octubre concreto y nuestro.