EL MODELO EN CRISIS

Crece la resistencia

En la medida en que el gobierno busca profundizar y esparcir en todos los niveles sus políticas de ajuste, comienza a chocar con la oposición en las calles de los diversos sectores agredidos. Cientos de miles se movilizaron durante las últimas semanas para expresar su repudio en un contexto de deterioro vertiginoso de las condiciones de vida de millones de compatriotas.

El “acuerdo” con el FMI exige en el corto plazo un hachazo de 200.000 millones de pesos en el presupuesto nacional. Los dólares de Lagarde van a llegar en cómodas cuotas, en función de las “pruebas de amor” que Macri vaya ofreciendo. Devaluación del peso, retracción salarial y achicamiento del Estado son algunas exigencias inmediatas. Pero no habrá “blindaje” sin ley de flexibilización laboral y reforma estructural del sistema previsional. Por eso el gobierno ya apronta sendos proyectos de ley. Cristina lo conceptualizó con precisión meridiana: “Es una catástrofe, una tragedia y una traición a la Patria”.

El Fondo reclama una reducción del déficit fiscal cercana a los 2 puntos del PBI. No le alcanza al gobierno con expoliar a las grandes mayorías, por eso buscó echar mano a la renta extraordinaria de los agroexportadores, uno de los sectores más beneficiados por la política económica vigente. Los aliados del campo les respondieron en bloque (se rearmó la Mesa de Enlace) y con la advertencia de una “nueva 125”. También los popes de la UIA exigen un dólar más caro, metamorfoseados muchos de ellos en grandes importadores. Clarín muestra los dientes todos los días un poco más, en particular cuando se reflota el tratamiento de una ley de convergencia que habilita el ingreso de las telefónicas al negocio de las telecomunicaciones. Magnetto no quiere que le hagan sombra. Son disputas que se producen en el seno del poder real, donde el gobierno (tupacamarizado) lesiona a su propia base electoral. Los únicos intocables por lo pronto son los bancos, el capital financiero, aun cuando comienzan a retacear el flujo de endeudamiento.

La escalada del dólar no aminora y el poder adquisitivo de los salarios caerá por lo menos cinco puntos este año. En el caso de los trabajadores estatales, donde el techo impuesto es del 12%, la caída salarial oscilará en los 13 puntos, partiendo de una inflación proyectada del 25% en el mejor de los casos. Es decir que la historia se repite.

En el transcurso de los últimos 15 días se movilizaron masivamente vastos sectores de nuestro pueblo. Primero la comunidad universitaria, luego la Marcha Federal Educativa, días después los trabajadores portuarios, y finalmente el pasado 25 de mayo, cientos de miles de compatriotas colmaron la 9 de Julio para rechazar el hociqueo ante el FMI. En esta apretada síntesis, no podemos soslayar la brutal represión a los trabajadores del subte, y con ella la detención de 16 delegados gremiales. Se busca instalar un clima de violencia que dé pie a una masiva represión de la protesta social. Globo de ensayo o no, la propuesta verbalizada por Macri de involucrar a las Fuerzas Armadas en cuestiones de seguridad interior pavimenta un peligroso camino de retorno hacia los momentos más trágicos de nuestra vida nacional. El ajuste sólo cierra con palos y plomo, por eso el gobierno adopta medidas de cara a una confrontación de mayores proporciones.

Al cierre de esta edición, el Senado se apresta a sancionar la ley que pone un freno al descomunal incremento de las tarifas, hoy dolarizadas. Esto significará un duro golpe para la alianza Cambiemos, que será aún mayor si Macri impone el veto, decisión que -según trascendió- ya está tomada. Con esto se acentúa el deterioro político del gobierno, cuya impunidad ya es una sombra de lo que fue.

Con preocupación el enemigo constata que, casi sin emitir palabra, Cristina es la dirigente que logra capitalizar el descontento hoy generalizado. Esto se expresa con nitidez no tanto en las encuestas de opinión sino en la calle, donde quienes impulsan y protagonizan la resistencia al neoliberalismo son las mayorías identificadas con el liderazgo de la ex presidenta.

Allí, en el movimiento de masas, en la lucha por la defensa de las conquistas alcanzadas, es donde debemos construir la alternativa que nos permita resistir los embates de la derecha, derrotarla políticamente, y acumular las fuerzas suficientes para volver en mejores condiciones. Sólo en el marco de un gran frente nacional y popular, organizado desde la base de nuestro pueblo, podremos avanzar y proponernos los cambios de fondo que la patria necesita.