Neoliberalismo y facismo

Por Rodolfo G. Módena

  Nuestro camarada Jorge Pereyra no dejaba de insistir sobre los peligros que entrañaba la tendencia al fascismo del sistema capitalista, del imperialismo y del neoliberalismo. Como gran marxista-leninista, jamás olvidó las lecciones de la Historia. Entre ellas, la del búlgaro Jorge Dimitrov, Secretario General de la Internacional Comunista, cuando en su VIIº Congreso de 1935 nos definió la esencia del fascismo: “Aparece con la llegada del capitalismo a su etapa monopolista para frenar el ascenso del movimiento obrero y tratar de superar la crisis que tal etapa engendra inevitablemente. El imperialismo es un sistema en descomposición, en crisis permanente y, a fin de impedir su hundimiento definitivo, está obligado a adoptar las más drásticas medidas de fuerza. La agudización de todas las contradicciones de esta etapa, impiden a la burguesía resolverlas por los métodos propios de la democracia burguesa: parlamentarismo, elecciones, partidos, tribunales, etc. (…) El fascismo es el monopolismo en la política, el control del poder por un reducido núcleo de los sectores financieros más poderosos. Es la superestructura política que adoptan los países imperialistas, de manera que si la democracia burguesa corresponde al capitalismo premonopolista, el fascismo es la forma de Estado del capitalismo monopolista. En consecuencia, no es un fenómeno político limitado al momento transcurrido entre las dos guerras mundiales del siglo XX, sino una tendencia permanente y general de todos los países capitalistas.”

Otro gran dirigente comunista, el uruguayo Rodney Arismendi, supo decir que “cuando el fascismo llegue a los Estados Unidos, lo hará en nombre de la democracia”. Ahí lo tenemos a Donald Trump en la Casa Blanca, como estuvieron los Bush descuartizando a Irak, y hasta Obama descuartizando a Libia. Ahora, en Siria no pasaron ni pasarán.

Macri en el gobierno es expresión cabal del neoliberal-fascismo de estos tiempos. Llegó por elecciones, pero es esa su esencia de clase. Ahí tenemos, sino, a la compañera Milagro Sala presa, hostigada hace mil y una noches por el odio de clase y el revanchismo racista y de género de la oligarquía patriarcal y neoliberal jujeña aliada al imperialismo. Tenemos también a nuestros otros tantos presos políticos de la jauría mediático-judicial del neoliberalismo.

Tenemos la impunidad de una Ministra de Seguridad innombrable que todos conocemos, justificando los asesinatos de Santiago Maldonado y Rafael Nahuel. Tenemos la represión al pueblo ancestral Mapuche en pos de los intereses y propiedades de los gringos como Lewis y los amigos de Macri que se quieren quedar con la Patagonia argentina, con nuestras Islas Malvinas y hasta con nuestra Antártida. Y no son nuestros hermanos chilenos de Salvador Allende, Bernardo O’Higgins y San Martín.

La ofensiva neoliberal ha vuelto con fuerza sobre América Latina y la agresión imperialista en sus diversas “formas exteriores” está desatada y en pleno desarrollo. También la resistencia de nuestros pueblos que han alcanzado mayores niveles de conciencia y organización para enfrentar al enemigo principal y retomar el curso progresivo de la Historia.

Maduro, Ortega y Evo resisten con firmeza en Venezuela, Nicaragua y Bolivia. Cuba sigue incólume con Raúl al frente del Partido Comunista y el camarada Miguel Díaz Canel en el gobierno.

Lula da la pelea ejemplar desde la cárcel para volver. Y en Argentina, Cristina sigue ejerciendo el liderazgo y la conducción del movimiento que, desde la resistencia a la victoria, ha de reencauzar los destinos de la Patria en sentido nacional, popular, democrático y latinoamericanista, antineoliberal y antimperialista.