Mientras la pestilencia y la descomposición del gobierno se hace cada vez más evidente, y hasta los correligionarios quieren pegar el salto, la economía y la catástrofe social horadan el futuro de millones de compatriotas, pero además las posibilidades de una segunda parte de Macri.

La grave situación económica es el resultado del modelo de acumulación que impuso el macrismo y el FMI. La política de tarifazos y dolarización de los bienes y servicios junto a la permanente devaluación aceleró la inflación, contrajo el poder de compra de la población, destruyó el consumo interno, y con eso la matriz productiva y el trabajo. Lo único que todavía funciona, y de lo mejor, es la especulación financiera y la fuga de capitales. Son los campeones de la bicisenda.

El deterioro del poder adquisitivo se profundizó en el último año, pero viene avanzando desde 2016 al igual que el desempleo, otra marca registrada de la derecha neoliberal. Los 40 meses del gobierno macrista proyectan un cúmulo de problemas económicos y heridas sociales: el endeudamiento externo, el acuerdo con el FMI y sus condicionamientos, el retroceso productivo, la desocupación y la pobreza. Los recientes datos publicados por el INDEC dan cuenta del deterioro en los ingresos y de las condiciones de vida del pueblo.

Al aumento de la pobreza se le suma un acelerado aumento de la desigualdad social. El decil más pobre redujo su poder adquisitivo un 38,4% entre 2016 y 2018. En el cuarto trimestre de 2018, la tasa de pobreza puede estimarse en el 35,8% sobre la población, 16 millones de personas cuyos ingresos no alcanzan para adquirir una canasta básica. En comparación con el mismo trimestre del año anterior, se dio un aumento de 4,3 millones de personas.

El ingreso per cápita familiar creció en promedio un 82% entre el cuarto trimestre de 2015 y el cuarto trimestre de 2018, pero mientras el decil 10 (de mayores recursos) percibió un incremento de 103,9%, el decil 1 (los más pobres) solo percibió una actualización de 54,6%. Durante el último año la diferencia fue todavía mayor. Entre el cuarto trimestre de 2017 y el cuarto trimestre de 2018 los ingresos del decil más rico treparon 32,9% y los del decil más pobre apenas 12,8%. Los más pobres son los que más pierden, en una sociedad donde todas las asalariadas y asalariados vienen cuesta abajo.

La canasta básica alimentaria trepó 151% en tres años, pero solo el último año se disparó un 53%. La inflación de los trabajadores y jubilados trepó al 4% en marzo, acumula una suba del 11,1% en tres meses y registra un incremento del 53,8 % frente al mismo período del año pasado. Educación, Transporte y Comunicaciones y Alimentos tuvieron las subas más significativas en detrimento de la pérdida del poder adquisitivo del salario. En marzo de este año, el poder adquisitivo de los asalariados formales fue 15,8% menor al de noviembre de 2015, y 11,3% respecto al mismo mes del año anterior.

Las miles de empresas que cierran por la recesión, implican la destrucción de la capacidad productiva, el sufrimiento social y empeoramiento de las condiciones de vida. A la crisis de las Pymes, las textiles, se suman la construcción, las grandes automotrices, entre otras. A su vez algunas ramas ganadoras del modelo comienzan a utilizar las suspensiones y cesantías como forma de presionar sobre los convenios colectivos de trabajo y flexibilizar los contratos. No van a esperar una reforma laboral como dios manda, con el Congreso paralizado y en medio de un año electoral con pronóstico reservado. La masa de desocupados que aumenta día a día y la pérdida del poder adquisitivo del salario son las condiciones que necesitan para iniciar una flexibilización de hecho. Así sucede con la fábrica de biodiésel Viluco, que el año pasado se cargó la paritaria de aceiteros y amenaza con el cierre total de su planta de Santiago del Estero sino consigue mejores condiciones de explotación de la mano de obra.

El macrismo logró una buena parte de sus objetivos; como la dictadura del ’76 y el menemismo, busca asegurar la dependencia, la reprimarización de la estructura productiva y el derrumbe los salarios. Pero con cada paso que dan hacia esa meta destruyen sus posibilidades de continuidad, por eso el barullo y el cacareo sobre terroristas, las postales de las policías golpeando a diestra y siniestra, haciendo cordones afuera de las fábricas impidiendo el ingreso de delegados y arrestando trabajadores. Las mismas imágenes que se vieron en los albores del gobierno de Macri, pero ahora amplificadas.

Dólar, bicicleta y fuga

Las corridas bancarias se han vuelto parte de lo cotidiano.

La Alianza Cambiemos es la representante política del capital financiero internacional. El gobierno se dedica a tener la tasa de interés muy alta, para que entren los capitales, consigan una ganancia rápida y se la lleven. Este modelo, en el que las instituciones financieras (bancos, fondos de inversión y organismos multilaterales de crédito) tienen el poder para imponer una rentabilidad extraordinaria -en dólares y de corto plazo-, tiene impactos perjudiciales para la inversión real, la estabilidad económica y el crecimiento. Implica una mayor extranjerización y concentración económica, desindustrialización, desocupación alta y salarios bajos.

A partir de junio del año pasado, el FMI pasó a manejar la economía argentina sin intermediarios. Uno de sus reclamos fue desarmar la bomba de las Lebac. El gobierno utilizó cuatro títulos distintos para aspirar el circulante. Las Letras de Liquidez (Leliq) fueron la herramienta principal de esa ingeniería financiera. El stock actual ya superó el billón de pesos.

Las Leliq sólo pueden ser suscriptas por las entidades bancarias. Es un instrumento financiero que se renueva cada siete días con tasas de interés que hoy fluctúan en torno al 68%, de las más altas del mundo. La bicicleta financiera con el carry trade trae ganancias extraordinarias, y los bancos tienen una posición de preferencia en este mecanismo. El BCRA los autorizó a colocar hasta el 100% de sus depósitos en la compra de Leliq.

En solo seis meses su stock se multiplico por 2,5 y ya han generado 210.000 millones de pesos de intereses, una masa susceptible de ser dolarizada. Se estima que con esta nueva medida la ganancia de los bancos ascenderá a los 3.000 millones de dólares. Qué pasaría si los ahorristas comenzaran a dolarizar sus depósitos. La desregulación financiera convierte a este festival de bonos en una verdadera amenaza para la economía.

El proyecto de reforma de la Carta Orgánica del Banco Central enviado al Congreso a pedido del FMI, va en el mismo camino y le cede el control de la política económica a este organismo internacional. Bajo la influencia del FMI se incrementa la importancia del dólar.