Luego del golpe de Estado perpetrado por la oligarquía boliviana contra el gobierno del Movimiento Al Socialismo el 10 de noviembre pasado, el régimen pro imperialista de Jeanine Añez no pudo legitimarse y tuvo que llamar a nuevas elecciones. La primera vuelta se había planteado para el mes de marzo, pero ante el derrumbe de la imagen de Añez y el aumento en la intención de votos de los candidatos del MAS, encabezados por Luis Arce, ex ministro de economía de Evo Morales, la situación electoral de la derecha parecía cercana a un colapso. Con un oficialismo sin poder llegar a un acuerdo de unidad, finalmente el régimen decidió que la contienda electoral se celebraría el próximo 3 de mayo. Un claro manotazo de ahogado para intentar dar vuelta la situación.

Si bien las encuestas deben analizarse con cuidado, casi todas dan como ganador a los candidatos de Evo. Las últimas muestran a Luis Arce liderando con números superiores al 33% de los votos y con una imagen positiva del 55%; seguido por el neoliberal Carlos Mesa con apenas 18%. La “presidenta” autoproclamada Añez no supera el 17%, mientras que el fascista Camacho ronda el 7%. Está claro que estas encuestas tienen más peso en los sectores urbanos y no tanto en el campo, fuerte del MAS, por lo que si se realizaran elecciones justas, la victoria del Movimiento al Socialismo sería en primera vuelta, de la misma forma que resultaron en octubre pasado.

En cuanto la justificación del golpe, la posibilidad de que el MAS haya realizado fraude en las elecciones del pasado 20 de octubre quedó totalmente desmentida por varias fuentes internacionales. Por ejemplo, el Washington Post publicó un estudio del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) que indica que en Bolivia no hubo fraude electoral, que Evo Morales ganó las elecciones limpiamente, y que lo que existió fue un golpe de Estado en su contra. Además, admitieron que continúan las persecuciones políticas contra dirigentes masistas en todos los niveles. Desde el primer día, el PCCE caracterizó al golpe como neoliberal, fascista y proimperialista, y está claro que los golpistas van a hacer todo lo posible para impedir un nuevo triunfo del Movimiento al Socialismo. La pregunta es si podrán conseguirlo o no.