19 y 20 DE DICIEMBRE DE 2001

A 20 años del estallido popular

Por Rodolfo G. Módena

Se cumplen dos décadas de aquellas jornadas tan memorables como terribles del 19 y 20 de diciembre de 2001, cuando el Argentinazo contra el neoliberalismo se produjo de manera explosiva e incontenible a lo largo y ancho de la Patria.

Fue obra de nuestro pueblo agobiado por el desempleo, las deudas, las hipotecas y el hambre. Los comedores populares, los merenderos, la copa de leche en los clubes de barrio, los clubes del trueque por todas las plazas y centros de fomento, apenas alcanzaban para la subsistencia diaria.

Y se produjo el estallido popular: manifestaciones masivas de protesta, piquetes populares por infinidad de esquinas, apropiaciones o saqueos por doquier, lo que hizo temblar los cimientos de la república burguesa misma y de un gobierno cipayo y entreguista que no supo qué hacer para salir del desastre social y político que había provocado.

De la Rúa huyó vergonzosamente en helicóptero desde la Casa Rosada, Domingo Cavallo siguió dando cátedras de neoliberalismo proimperialista, muy bien pagas en dólares en universidades de los Estados Unidos, Menem se refugió en La Rioja. Los muertos de la tragedia los puso, como siempre, nuestro pueblo humilde, luchador y trabajador. Y nos dejaron la deuda externa como antes la dictadura, Martínez de Hoz y los oligarcas de siempre.

Hoy puede parecer de no creer, pero hace 20 años, Argentina estuvo al borde de su desintegración nacional, y eso estaba (y está) en los planes del imperialismo norteamericano. Al tiempo que se hablaba del fin de la historia, se hablaba de provincias y países “inviables” y se proponían las más diversas recetas de “regionalizaciones” al paladar de los monopolios transnacionales. La lógica y la euforia del capitalismo neoliberal e imperialista parecía no tener freno. Se lo puso la rebelión popular.

Nuestro Partido, como otras fuerzas del campo popular, nos debatíamos en medio de semejante crisis (abonada también por la verdadera tragedia geopolítica que significó la disgregación de la Unión Soviética). Pero pasó, y seguirá pasando, que la lógica objetiva de la lucha de clases sigue socavando los cimientos del capitalismo y del imperialismo. Todo eso que se da en llamar puja distributiva, redistribución de la riqueza, justicia social y soberanía nacional, no son otra cosa. Aunque las usinas mediáticas del imperialismo inventen todos los días un nuevo eufemismo desorientador.

Nadie aún ha superado a Marx, Engels y Lenin en la interpretación del sistema (con todas sus transformaciones y “novedades” concebibles) y los caminos de su superación revolucionaria.

Aquellos acontecimientos del 19 y 20 de diciembre de 2001 en Argentina, fueron una demostración cabal de la fuerza de las masas populares. La crisis económica, social y política se prolongó, a falta de alternativa política, hasta la emergencia de Néstor Kirchner en 2003. Y desde ahí, comenzó una nueva fase de la historia argentina y latinoamericana que hoy tratamos de retomar tras cuatro años de pandemia neoliberal macristra y la del COVID 19. 

En ese camino estamos los comunistas argentinos, con las banderas del Pocho Lepratti, de Kosteki y Santillán, de Carlos Fuentealba, Teresa Rodríguez y tantos compañeros caídos en la lucha popular o presos como Milagro Sala, y nuestros postergados, desplazados y reprimidos pueblos originarios.

Acá estamos los comunistas argentinos, parte modesta de la única fuerza mundial que logró cambiar al mundo del siglo XX. Y que sigue y seguirá cambiando al mundo para mejor en el presente y porvenir.

Y acá estamos en Argentina, desde el PCCE, con nuestra identidad comunista intacta, bancando al gobierno del Frente de Todos. Bancando a Cristina. Discutiendo todo lo que haya que discutir (como dice nuestro camarada Secretario General, Pablo Pereyra) para llevar adelante el proyecto nacional y popular antimperialista que nos legaron Victorio Codovilla, Jorge Calvo, Jorge Pereyra y Néstor Kirchner (prócer del Bicentenario), y que hoy conduce Cristina para reforzar y proyectar ese “puente de plata a las futuras transformaciones” revolucionarias y necesarias.