BRASIL

Lula es el candidato

A meses de las elecciones generales del 7 de octubre, la figura de Lula se potencia a medida que pasan los días. La derecha continúa dividida sin un liderazgo claro y apostando por el encarcelamiento del ex mandatario. Mientras tanto, la crisis provocada por el neoliberalismo de Temer sigue profundizándose.

Lula sigue liderando todas las encuestas con proyecciones que superan el 60% de intención de votos en un eventual balotaje y con chances de imponerse incluso en primera vuelta con un 40% de los votos (con una diferencia de más de 20 puntos sobre el segundo). Estos números se entienden analizando la profunda crisis económica y social que está padeciendo el país hermano como consecuencia del neoliberalismo y la falta de democracia.

El poder real y sus corporaciones mediáticas salieron a festejar el magro crecimiento económico de 2017, que fue de apenas el 1% (debido principalmente a una buena performance del sector agropecuario), mientras que el resto de los sectores, que emplean a la mayoría de la población y generan los salarios más altos del país, continuaron estancados o en caída. Teniendo en cuenta el mal resultado de 2017 y el derrumbe del 3,5% del PBI de 2016, la proyección económica a futuro es calamitosa de continuar con el modelo vigente.

En este contexto, Michel Temer firmó un decreto el pasado 16 de febrero para militarizar Rio de Janeiro, una decisión sin precedentes desde la caída de la última dictadura militar. Las fuerzas de seguridad, los servicios de inteligencia y hasta los bomberos pasarán a depender de un funcionario militar. El objetivo es reprimir la protesta social. Desde el derrocamiento de Dilma, RJ es la ciudad de Brasil más afectada por el neoliberalismo. La desocupación es tres veces superior a la media del país y el consumo popular registró una caída del 9,7% en el último año. Esta medida es solo un ensayo para luego generalizar la militarización en todo el territorio nacional.

Ante esta situación, la amplia mayoría del pueblo aclama por la vuelta de Lula a la presidencia. Los candidatos de la derecha no tienen posibilidad de derrotarlo en elecciones libres, por eso el corrupto Poder Judicial está empecinado en encarcelar al compañero y así evitar una derrota el próximo 7 de octubre.

El ex mandatario fue condenado a nueve años y medio de prisión en una causa armada y escandalosa (luego ampliada a doce años y medio) y el 6 de marzo último, el Superior Tribunal de Justicia (STJ) rechazó el pedido de habeas corpus presentado por la defensa de Lula para que pudiera apelar la sentencia en libertad. Desde el campo popular no se aceptará la exclusión del compañero y se continuará impulsando su candidatura. Aceptar una elección sin Lula significaría legitimar su proscripción. La unidad popular será clave para frenar esta avanzada reaccionaria, ilegal e ilegítima del Poder Judicial y del bloque oligárquico de partidos (principalmente el PSDB, el PMDB de Temer y el PSC de Bolsonaro).

El 20 de febrero pasado, bajo el enunciado de “Unidad para reconstruir Brasil” se realizó en la capital del país un encuentro de diversos partidos del campo popular con el objetivo de llegar a un acuerdo unitario de base programática con varios ejes centrales: defensa de la democracia con elecciones libres sin proscripciones (que Lula pueda participar), reglas justas de financiamiento de las campañas electorales, limitación del poder de las corporaciones mediáticas, control popular del Poder Judicial, defensa de la soberanía y de las reservas petroleras, limitación de la venta de tierras a extranjeros, defensa de los derechos adquiridos bajo los gobiernos de Lula y Dilma y combate contra la reforma previsional. Entre las agrupaciones participantes se encontraba el Partido de los Trabajadores (PT), el Partido Comunista do Brasil (PCdoB), el Partido Socialista, el Partido Democrático Trabalhista y el Movimiento de Trabajadores sin Tierra (MST), entre otros.

La movilización popular ya demostró que fue capaz de derrotar la reforma previsional impulsada por Temer (que se volverá a tratar este año). La salida es con más unidad y más organización en torno a la defensa de la figura de Lula. Si no hay elecciones libres con el candidato del pueblo participando, la crisis política, social y económica será cada vez peor.