Se inició la campaña de una elección que no solo definirá el futuro de nuestra Nación (en este caso está en juego su propia existencia) sino que también tendrá un impacto determinante sobre el continente latinoamericano. Días atrás el FMI aprobó el cuatro tramo del stand by (de 5400 millones de dólares) reafirmando su decisión de financiar los últimos meses del gobierno de Mauricio Macri. El imperialismo norteamericano busca asegurar la continuidad del neoliberalismo en la Argentina, conciente de que un cambio de signo político en nuestro país permitiría generar nuevas condiciones para comenzar a reestablecer el proyecto emancipador que durante la primera década del siglo XXI posibilitó la inclusión económica y social de cientos de millones de personas. Naciones como México, Venezuela, Cuba, Nicaragua y Bolivia, hoy asediadas por la política criminal de los Estados Unidos, contarían con un socio regional dispuesto a empujar el desarrollo soberano de nuestros países y hacer respetar el derecho de los pueblos a su autodeterminación. Lo cierto es que restan unas pocas semanas para las PASO, y nada permite aventurar un desenlace cantado.

Cada día resulta más dramático para millones de familias argentinas. No alcanza el salario (para quienes aún lo tienen) y crece el desamparo frente una crisis que se lleva puesto todo. Sólo en el 2019 cerraron 7518 pymes, y el promedio durante los últimos cuatro años es de 43 establecimientos por día. El derrumbe es tal, que más de la mitad de los hogares pertenecientes al área metropolitana (un 53%) tuvieron que pedir asistencia financiera para cubrir sus necesidades elementales. La tragedia social emergió con nombres y apellidos días atrás al conocerse numerosas muertes de personas en situación de calle, por causa de la ola de frío de polar. Basta mirar con un poco de atención para ver que se trata de familias enteras (con sus pertenencias a cuestas) que hoy sobreviven a la intemperie luego de perderlo todo. 500 mil chicos padecen las bajas temperaturas por falta de gas en más de 470 escuelas bonaerenses. Se derrumbó también el consumo de carne y leche, el más bajo en 50 años. No obstante, la cerrazón informativa, el trabajo quirúrgico sobre el sentido común de vastas franjas de la población, permiten que sigan aflorando las miserias humanas, y que no se vea, o peor aún, se denueste la tragedia de millones de compatriotas. No solo se siembra el individualismo: se promueve el analfabetismo político.

A diferencia de otros periodos históricos, hoy contamos con una alternativa política que expresa el sentir de amplias mayorías. La fórmula que integran Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner ha renovado las esperanzas de quienes se resisten a sucumbir en el pozo del neoliberalismo. Organizaciones políticas y sociales, gobernadores, intendentes, legisladores y referentes sectoriales suman su respaldo al Frente de Todos de cara a la disyuntiva de hierro que se definirá en los próximos meses. Urge de todas formas llevar bien abajo la discusión respecto a lo que está en juego hoy en la Argentina. Organizar a los convencidos y acumular las fuerzas necesarias para disputar el voto de aquellos que vacilan, que no saben o no ven más allá de los titulares escritos con letra de molde. Sobre este andarivel se mueve la derecha con sus golpes de efecto (que duran un suspiro) y sus campañas micro-segmentadas. Un “dólar quieto”, la “apertura al mundo” o “la palmadita de Trump” no definen un voto. Hay que mostrar, argumentar con claridad, desenroscar preconceptos. Para que esto sea posible, es necesario recorrer casa por casa, establecer un vínculo político con cada compatriota, salir de la zona de confort. Lo ha dicho Cristina una y mil veces. Sobran las condiciones objetivas para dejar atrás tamaño desastre. Es el factor subjetivo, la conciencia organizada, lo que nos permitirá transformar esta dolorosa realidad. ¡A militar la campaña!