Una de las decisiones políticas más trascendentales del compañero Néstor Kirchner durante su presidencia fue la que estableció que no íbamos a pagar la deuda externa con el hambre del pueblo. Su firmeza en esta cuestión estructural le valió el respaldo de las grandes mayorías, y así también se granjeó el odio de nuestro enemigo principal, el imperialismo norteamericano. Transcurrieron más de 15 años desde aquellas dramáticas circunstancias y Macri nos ha vuelto a poner frente a la misma disyuntiva. Cambiemos sí que deja una herencia de plomo.

Entre 2020 y 2023 la Argentina deberá afrontar vencimientos de deuda por casi 150 mil millones de dólares. Una tercera parte corresponde a los U$S 57.000 millones que el FMI concedió para financiar y sostener al gobierno neoliberal. El Fondo es un instrumento de dominación, buscará seguir condicionando, más aún si se trata de un gobierno de otra orientación. El contexto general en el que se desarrollará esta pulseada es dantesco. Aquella decisión de Néstor es programática.

La capacidad ociosa industrial en nuestro país supera el 45% de la base instalada. Sólo en el mes de mayo, la producción pyme cayó 6,5%, con 13 meses de caída consecutiva. Días atrás se conoció que el desempleo superó nuevamente los dos dígitos, el más alto desde 2006. Pasó del 5,9 en el tercer trimestre de 2015 a 10,1% en la actualidad. La cifra de desocupados alcanzó la friolera de 2.133.000 personas. Este, entre otros, es uno de los motivos que explican por qué sigue cayendo sostenidamente el consumo de leche.

En este marco de profunda crisis social y económica, el próximo gobierno (que aspiramos sea nacional, popular y democrático) deberá enfrentar fuertes presiones externas y responder a las exigencias internas. En esa línea viene argumentando Cristina, y así lo expresó nuevamente el último 20 de junio ante miles de personas en la ciudad de Rosario: “Debe volver el espíritu de unidad nacional, porque los problemas son muy graves, muy serios y muy profundos, y se va a requerir un gran proceso de este tipo para afrontarlos”.

Alberto y Cristina comenzaron a recorrer el país. Ya con las listas de candidatos definidas, se inicia la campaña electoral de cara a las PASO y octubre. El gobierno nacional sondeó la posibilidad de eliminar las Primarias ante el riesgo objetivo de una diferencia holgada del Frente de Todos que luego resulte irreversible. Siguen acumulando derrotas en las provincias, algunas de ellas de envergadura como en Santa Fe, impensado hace tan sólo dos años atrás. En Formosa, San Luis y Tierra del Fuego también obtuvieron resultados paupérrimos.

El efecto que buscaron con la candidatura de Pichetto les duró un instante. Sólo acercaron a algunos personajes del menemismo y duhaldismo residual. Todavía está por verse si la “audaz” jugada de Macri les suma o les resta votos, habida cuenta de las airosas reacciones del núcleo fervientemente gorila que milita en Cambiemos. El gobierno no oculta ya cierta desesperación, no obstante sería temerario subestimar las posibilidades electorales del oficialismo, cuya terminal es el imperialismo norteamericano.

Los comunistas somos plenamente concientes de nuestro rol en las actuales condiciones de la Argentina, por eso es que reafirmamos nuestro compromiso y respaldo al liderazgo estratégico que ejerce la compañera Cristina. Nuestra tarea sigue siendo la de organizar a aquellos sectores que desde una identidad de izquierda buscan vincularse con el ideario nacional, popular y latinoamericanista que encarna CFK. Esa es nuestra línea histórica del frentismo de liberación y del marxismo-leninismo aplicado a las particularidades específicas de nuestro país. Así lo hicimos durante toda la existencia del PCCE, en particular desde la asunción de Néstor Kirchner. Sin vacilaciones ni oportunismos, sin que nadie pueda poner en duda nuestra coherencia en la práctica política. Así lo seguiremos haciendo, creciendo, poniendo el cuerpo, elevando nuestro perfil público y profundizando nuestra construcción partidaria en los diferentes movimientos de masas. Es nuestra razón de ser, a la que nunca renunciaremos. Por los cambios de fondo en nuestra Patria y el camino argentino al socialismo.