150 AÑOS DE SU NATALICIO

Rosa Luxemburgo, a la vanguardia

Por Rodolfo G. Módena

Hace 150 años nacía, en Zamość, Polonia, un 5 de marzo de 1871, la gran Rosa Luxemburgo.

Doctorada en Filosofía y en Derecho a pesar de los prejuicios de la época, desde muy joven militó en el Partido Socialdemócrata del Reino de Polonia y luego en el Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD), llegando a convertirse en una notable teórica y dirigente política marxista.

Fue, junto a su camarada y amiga Clara Zetkin, pionera del feminismo proletario y de las luchas por los derechos de la mujer trabajadora. Lo fue, porque como marxista entendía que la liberación femenina estaba estrechamente ligada, de manera indivisible, a la emancipación de clase. Por eso, tanto Rosa como Clara, además de reivindicar los derechos de género, se erigieron como grandes dirigentes revolucionarias a la par de sus camaradas varones.

En 1910, el Segundo Congreso Internacional de Mujeres Socialistas realizado en Copenhague, Dinamarca, declaró el 8 de marzo como Día Internacional de la Mujer Trabajadora, y Rosa, aunque no participó como delegada al mismo, tuvo muchísimo que ver con la resolución impulsada por Clara como presidenta del encuentro.

Con el estallido de la Primera Guerra Mundial (1914) lideró, junto a Karl Liebknecht, Clara Zetkin y otros, el ala izquierda del SPD que se opuso a la guerra interimperialista, coincidiendo con Lenin en los debates de la Segunda Internacional o Internacional Socialista, saludando a la Gran Revolución Socialista de Octubre en Rusia, siendo fundadores de la Liga Espartaquista primero y del Partido Comunista de Alemania (KPD), adherido a la Tercera Internacional o Internacional Comunista.

El 15 de enero de 1919, en el marco de la fallida insurrección espartaquista, Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht fueron capturados por paramilitares de los “cuerpos libres” del ejército alemán, los “feikorps”, quienes los asesinaron. Rosa fue golpeada reiteradas veces a culatazos de fusil hasta destrozarle el cráneo y luego rematada de un disparo. Su cuerpo fue atado a bolsas con piedras y arrojado a uno de los canales del río Spree. Su cadáver apareció dos semanas después.

Hoy, aquí y ahora, a la distancia del tiempo, a poco de conmemorarse un nuevo Día Internacional de la Mujer, el ejemplo, las ideas, la lucha y el martirologio de Rosa Luxemburgo se hacen presente en el mundo entero y en Argentina también.

Se hacen presentes en la lucha de millones de mujeres y hombres por una sociedad mejor, libre de la explotación burguesa y de las rémoras patriarcales emanadas de la misma, esas que están indisolublemente asociadas al principio “sacrosanto” burgués, feudal y esclavista de la propiedad privada sobre los medios de producción y de la mujer –la trabajadora y la burguesa también- como objeto de los mismos.

En nuestro país hemos avanzado bastante en la materia, aunque las condiciones socio-económicas y las culturales aún dejan mucho que desear y por lo que luchar, tanto en el plano reivindicativo, en lo económico, como en el político e ideológico.

Hemos conquistado leyes importantes en la lucha por las reivindicaciones de género. Desde la de Patria Potestad Compartida, pasando por la de Matrimonio Igualitario, hasta la de Interrupción Voluntaria del Embarazo. Sin embargo, el drama de los femicidios parece no tener fin. Bienvenidas todas las reformas judiciales, policiales, educativas, etc. para enfrentar este flagelo que desgarra a nuestra sociedad.

Pero debemos ser concientes que es necesario un cambio mucho más profundo, que tiene que ver con transformaciones estructurales y superestructurales revolucionarias, en lo socio-económico y lo cultural. Transformaciones tan profundas como las que hacen al fetiche de la propiedad privada, base conceptual del sistema capitalista y raíz de la sociedad patriarcal aún dominante.