NEGOCIACIÓN CON EL FMI

Crecer sin imposiciones externas

Durante el gobierno neoliberal de la Alianza Cambiemos, nuestro país asistió a fuertes ajustes, subas en la tasa de desempleo y crecimiento de la pobreza. En línea con esas medidas, el macrismo en el poder fue responsable de contraer la deuda con el FMI más grande en la historia del organismo. Hoy en día, nuestro país se encuentra atravesando las drásticas consecuencias que acarrean ese préstamo. Antes de cualquier análisis, debemos partir de comprender que esa deuda ilegítima sirvió para financiar la fuga de capitales, tal como reconoció el propio Macri hace algunas semanas.
Cuando el Frente de Todos ganó las elecciones, uno de los ejes que se planteó fue abordar desde el Congreso las futuras negociaciones con el FMI. Para ello elaboró la Ley 27.612 (Fortalecimiento de la Sostenibilidad de la deuda pública) la cual fue debatida y aprobada por una amplia mayoría. Hoy el gobierno se encuentra en plena negociación con el organismo internacional. Asistimos en este contexto a un desfile de seudo-economistas por todos los medios de comunicación hegemónicos dando “posibles soluciones”. Desde Cambiemos intentan generar un clima de caos social (Macri pidiendo que se vayan todos) queriendo salir airosos de una situación que ellos mismos generaron.
La discusión con el FMI ocurre en un marco de incremento de la pobreza, tal como señala Cristina en su última carta: “Argentina, como el resto del mundo, fue y sigue atravesada por la pandemia y los riesgos de una mutación y retorno permanentes. Nuestro país, además, tiene el peso inédito de una deuda también inédita con el FMI. Es un momento histórico de extrema gravedad y la definición que se adopte y se apruebe, puede llegar a constituir el más auténtico y verdadero cepo del que se tenga memoria para el desarrollo y el crecimiento CON INCLUSIÓN SOCIAL de nuestro país”.
El debate que se viene es de dónde nuestro país obtendrá las divisas correspondientes para hacer frente a las obligaciones de pago. En este sentido, una de las salidas que se proponen es a través de los sectores exportadores, prioritariamente de materia primas, a pesar de que esto genere subas en los precios de los alimentos, como viene sucediendo. Sobre esta línea el gobierno viene diseñando algunas “medidas especiales” para este sector. Se espera para el 2023 un incremento del 42% de dólares de exportación, expresados en una suba del sector agroindustrial del 53%, energía 68%, minería 31% y automotriz 64%. Para la agroindustria se espera avanzar con beneficios fiscales en torno al impuesto a las ganancias, IVA, etc., y para el rubro ganadería se está pensando en un nuevo mecanismo valuatorio de los activos “vacas”. Este sector, junto con el sojero, son lo que vienen promoviendo diferentes intentos de desestabilización, dado que producen desajustes en los precios para gran parte de la población. Aparecen como los principales actores donde quiere recostarse el gobierno para hacer frente a las exigencias del FMI.
Parte de estas discusiones giran en torno al Plan Plurianual que, al cierre de las elecciones del 14 de noviembre, Alberto volvió a ponerlo en escena. A grandes rasgos, se trata de establecer metas macroeconómicas a 5 años, para lograr un equilibrio fiscal, superávit comercial y crecimiento sustentable. En este marco, la carta de Cristina de Kirchner una vez más resulta esclarecedora en torno a lo que se está discutiendo; como siempre la salida es política: o seguimos beneficiando a los mismos sectores que concentran la económica argentina y juegan con la derecha, o pensamos otra matriz productiva, con políticas de redistribución del ingreso.