PANORAMA

El imperialismo en su laberinto

En el marco del Diálogo de Shangri-La, la principal reunión de seguridad de Asia celebrada en Singapur entre los días 10 y 12 de junio, el ministro de Defensa de la República Popular China, Wei Fenghe, le dijo en persona a su homólogo estadounidense, Lloyd Austin, que China “no dudará en iniciar una guerra” si Taiwán declara su independencia bajo el auspicio imperialista. En lugar de continuar con su reguero de provocaciones (que incluyen el mar de China Meridional) los yanquis deberían escuchar al gigante socialista. Podría servirles la experiencia en Ucrania.

Transcurridos varios meses de iniciado el conflicto armado, Rusia sigue avanzando en sus objetivos militares: desnuclearización y desnazificación de Ucrania, y freno al avance de la OTAN sobre sus fronteras. La nación euroasiática recuperó su estabilidad económica en un mar de sanciones mientras que Europa, a la saga de los Estados Unidos, padece los efectos de una crisis autoinfligida. La Federación Rusa avisó una y diez veces, como hoy avisa China popular. Primero Kissinger y luego Biden “sugirieron” a Zelensky que debería haber negociado la paz cuando tuvo la oportunidad. ¿Que el último apague la luz? 

Abrimos un paréntesis: las elecciones legislativas en Francia arrojaron un virtual empate entre Macron y Jean-Luc Mélenchon (al frente de un conglomerado de fuerzas de izquierda y progresistas) que va a dirimirse en balotaje el 19 de junio. Es una tendencia que se soslaya con frecuencia, pero que tiene expresiones similares en países como Alemania, Bélgica, Portugal, España, entre otros.

En línea con el retroceso estratégico de la política del imperialismo, se realizó en California la Cumbre de las Américas, nunca antes tan devaluada. La decisión de excluir a Cuba, Venezuela y Nicaragua derivó en el repudio de México (con AMLO ejerciendo un notable liderazgo) Bolivia y Honduras, quienes decidieron ausentarse. En inteligencia común con nuestro país, se decidió que Alberto Fernández hablara en nombre de los países de la CELAC y rechazara el unilateralismo de los Estados Unidos. Fue lo que hizo, ni más ni menos. Los yanquis dibujaron en el aire una “alianza para las américas” en un marco de ostensible aislamiento. Fue derrota por donde se la mire.

Este escenario podría consolidarse de forma muy significativa si se confirma el triunfo de Gustavo Petro en Colombia. El final es reñido y contra un fenómeno hoy en boga: un outsider fascista, un “Trump” colombiano. Desde ya, Hernández cuenta con el respaldo del uribismo en pleno, los paramilitares y la embajada. La campaña sucia de este último tramo contra el candidato del Pacto Histórico es ilustrativa de esto. Las encuestas no permiten vislumbrar un resultado definitivo. No obstante, es importante conservar la perspectiva: no hay antecedentes históricos de un avance de la izquierda en Colombia de esta envergadura. En una declaración reciente, los comunistas colombianos llaman a “Consolidar la votación e iniciar la ofensiva del contacto directo casa a casa y la comunicación permanente con sectores sociales, acompañadas de actividades lúdicas como carnavales y caravanas en los territorios y espacios de alta afluencia de público en ciudades, con el fin de ganar una mayor influencia en la franja de los indecisos, el abstencionismo y el voto en blanco para cumplir con la meta de 11 millones de votos que garanticen el triunfo de nuestro proyecto político alternativo y transformador”.

En octubre será el turno del gigante Brasil, donde el compañero Lula sigue avanzando en una perspectiva victoriosa. Este es el cuadro latinoamericano, de lucha, de avance, de enormes posibilidades. Nuestro país tiene que estar a la altura.